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Palacio era su chacra
El golpista tenía razones de sobra, entonces, para estar preocupado con el trabajo policial que se llevaba a cabo.
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Conforme pasan días y semanas, afloran más detalles y trapicherías del sórdido gobierno que encabezó el golpista Pedro Castillo, secundado por parientes, correligionarios y demás allegados.
Con el mismo criterio delictivo de formar una organización para repartir obras públicas con su círculo cercano de cómplices, según la tesis fiscal, ordenaba nombrar, cambiar y echar de las instituciones militares y policiales a oficiales incómodos a sus intereses. Es decir, aquellos que no tranzaban con sus planes antidemocráticos y turbios negociados.
Sucedió con el Ejército, cuando el comandante general José Vizcarra se opuso al manoseo de los ascensos y lo pasaron al retiro. Y no fue el único intento de manipular a las cúpulas de mando de las fuerzas de seguridad. Durante ese nefasto período de gobierno se sucedieron una serie de escándalos relacionados con ascensos comprados, destituciones injustificadas, traslados por antipatías políticas y pases al retiro de oficiales de alta graduación que no eran funcionales al régimen.
Y por si fuera poco, ayer, gracias a una investigación de Perú21, tomamos conocimiento de que también estaba empecinado en defenestrar, a como diera lugar, al entonces jefe de la Dircote, el general PNP Óscar Arriola.
¿Cuál fue el pecado del general Arriola? Haber asumido por esos días una posición firme de lucha contra Sendero Luminoso y su actual brazo político, Movadef, además de haber estado siguiendo los movimientos de los sobrinos de Pedro Castillo y su cómplice Juan Silva.
Más tarde se conocería la clase de actividades ilícitas a que estos sujetos se dedicaban, baste indicar que todos ellos son hoy prófugos de la justicia y materia de investigación en el Ministerio Público.
El golpista tenía razones de sobra, entonces, para estar preocupado con el trabajo policial que se llevaba a cabo. Tenía a Arriola entre ceja y sombrero, como tuvo también al coronel PNP Harvey Colchado.
Podría decirse que, así como el 7 de diciembre Castillo se puso solito la soga al cuello, en ese entonces ya se delataba así mismo con sus oscuras maniobras para neutralizar a la Policía y poder seguir cometiendo los ilícitos por los que, tarde o temprano, será condenado.
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