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[OPINIÓN] Richard Arce: “El lazarillo de ‘El Español’”
“Ahora sí se tienen suficientes evidencias de que Castillo era cabecilla de una organización criminal”.
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En el gobierno de Pedro Castillo se degradaron las instituciones públicas, al extremo de manipularlas y usarlas como un feudo personal para intereses sibilinos y crematísticos. El Ministerio del Interior fue el más manoseado juntamente con la Policía Nacional.
Ahora que sale el escándalo de Jorge Hernández Fernández, conocido en el hampa como ‘El Español’, se empieza a cerrar el círculo del tinglado de Castillo con el que pretendió instrumentalizar el poder; como un aprendiz de Montesinos, quiso tener su propio servicio de Inteligencia.
Ahora que ‘El Español’ debe ser un aspirante a colaborador eficaz, los cómplices de Castillo deben estar en ascuas, porque hay una serie de delitos que habrían cometido, al poner los servicios de Inteligencia y la operación del Ministerio del Interior en manos de un presunto mafioso; esto puede ser considerado hasta como traición a la patria.
La realidad es que no se salvan ni congresistas, puesto que Luis Cordero Jon Tay está embarrado en este escándalo de corrupción; siendo de Fuerza Popular, prácticamente actuaría de topo, no solo del fujimorismo, sino de la propia institución parlamentaria.
Se traficó con el nombramiento de generales en puestos claves a pedido de ‘El Español’. Eso significa que toda la institución policial estaba supeditada a sus intereses subrepticios, con la patente de corso que le había dado Castillo y evidentemente con la anuencia de los ministros de Interior de turno, como Dimitri Senmache.
Es un escándalo de grandes proporciones, porque los cargos que se traficaban desde el Ministerio del Interior estaban relacionados con las direcciones encargadas de las licitaciones millonarias de la Policía, además de puestos estratégicos en zonas fronterizas, que buscaban evidentemente facilitar economías ilegales y otros actos delictivos.
Después de tremenda ignominia de Castillo, se tienen ahora sí suficientes evidencias de ser el cabecilla de una organización criminal, que demuestra que solo buscaba llegar al poder para asaltar el Estado, engañando con el discurso de izquierda de buscar supuestas reivindicaciones sociales, lo que, al final, solo fue un fraude.
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