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[Opinión] Yesenia Álvarez: Los vigilantes y las zapatillas
“De pronto en una semana tomaron conciencia de lo que se viene denunciando hace meses: autoritarismo, obstrucción de la justicia, actos de corrupción, copamiento del Estado y nexos con organizaciones prosenderistas”.
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La corriente de izquierda progresista o caviar ha desnaturalizado el concepto de vigilancia al poder. Sus representantes y seguidores alentaron el voto hacia Pedro Castillo y prometieron que ante cualquier amenaza serían los primeros en ponerse las zapatillas para salir a marchar.
Los políticos de esta izquierda progresista no demoraron en aliarse con la izquierda radical autoritaria y antiderechos, que ya tenía serios indicios de corrupción; y por una cuota de poder aceptaron conformar un gobierno de izquierdas y alinearse a un gabinete liderado por un premier homofóbico, misógino e investigado por apología del terrorismo.
¿Y los demás vigilantes? Se subordinaron también y defendieron incontables veces a este gobierno. En los primeros días se pudo ver que fueron incapaces de cuestionar a un gobierno que vapuleaba escandalosamente varias contenciones democráticas.
¿Y las zapatillas? Allí estaban empolvándose porque ocurrieron muchos episodios que merecían que los vigilantes apliquen un poquito de pensamiento crítico, alisten las zapatillas y salgan a marchar, pero siguieron apañando al gobierno.
Con ello han desnaturalizado también el concepto de punto de quiebre. Solo cuando han perdido sus cuotas de poder ante el cerronismo, con el que convivían sin escrúpulos, señalan que estamos ante un punto de quiebre y que el gobierno es indefendible.
De pronto en una semana tomaron conciencia de lo que se viene denunciando hace meses: autoritarismo, obstrucción de la justicia, actos de corrupción, copamiento del Estado y nexos con organizaciones prosenderistas.
Por supuesto que cuando se trata de limitar el poder, todo suma, pero no debemos confiarnos en aquella falsa reserva moral que se autodenominó como vigilante y que solo reacciona cuando le tocan su cuota de poder. La experiencia nos muestra que sus líderes son capaces de acomodarse nuevamente, y que a sus simpatizantes no les interesó vigilar nada mientras su cuota de poder estaba asegurada.
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