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[Opinión] Marisol Pérez Tello: Un año después
“Vamos a reinscribirnos con ilusión y en la esperanza de representar un país integrado, que se ponga por encima de sus diferencias con respeto y tolerancia, que defienda las libertades económicas”.
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Hace un año, el PPC enfrentó situaciones políticas complicadas. Pedro Castillo sería el presidente, perdimos la inscripción y debíamos estar presentes.
A nuestros recelos y preocupación por las libertades económicas y democráticas se sumaron ineficiencia y serias denuncias de corrupción que comprometen a Castillo y a su Gobierno. Los pepecistas coincidimos en que lo mejor para el Perú es que deje de ser el presidente.
Respecto a la pérdida de inscripción, la enfrentamos con responsabilidad y compromiso, conscientes de que el sistema democrático y la política se sostienen en los partidos políticos y estos pasan su peor momento; aventuras políticas, falta de credibilidad e intereses subalternos que se confunden con partidos sostenidos en ideas y objetivos nacionales. Además, hay una constante: un divorcio entre ciudadanos y partidos.
Decidimos empezar por casa y entramos en un proceso de reinventarnos, tomando lo mejor de nuestra historia y reconociendo nuestras luces y sombras.
Hoy, un año después, cerramos el proceso y vamos a reinscribirnos con ilusión y en la esperanza de representar un país integrado, que se ponga por encima de sus diferencias con respeto y tolerancia, que defienda las libertades económicas y garantice tanto mercado como sea posible y tenga el Estado mínimo necesario, eficiente, transparente, y que resuelva y atienda los problemas de las personas.
Partiendo de la dignidad del ser humano, tocan diálogos en clave de derechos como lo fue en su tiempo el debate de la declaración universal inspirada en esa dignidad. Eso y el bien común como objetivo nos permitirán encontrar los mínimos valores compartidos, leídos con lentes de épocas y generaciones distintas, que requieren un esfuerzo de sincera búsqueda de entendimiento que incluya gradualidad en el cambio y no imponga, pero que sí reconozca que no se puede dejar por fuera la realidad, aun cuando esté más allá de nuestra comprensión.
No creemos en proyectos personales, son nefastos y destruyen toda posibilidad de construir y de aprender de los errores, sobreestiman las capacidades individuales y crean liderazgos mesiánicos que se miran desde el ego y no son capaces de construir en las diferencias de sentar bases en el diálogo democrático.
Durante este año hemos escuchado para construir, hemos consolidado la unidad para ir a la reinscripción; unidad representada en la diversidad de ideas y generaciones que esperamos proyectar al país, unidad que requiere una actitud diferente entre personas que se saben parte de algo más grande, con arraigo y pertenencia, con orgullo por sus orígenes.
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