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Ni pico ni placa sino no todo lo contrario
La congestión vehicular no se resuelve privándonos de nuestros vehículos, sino obligándonos a pagar por los costos que usar la calle genera a los demás.
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Estoy en Londres y alquilé un carro. Me advirtieron que si pasaba por el centro tendría que pagar la “tasa de congestión”. Esa misma noche pague por Internet poco más de 11 libras por entrar a la “zona gravada”.
La tasa de congestión es un concepto sencillo. Si entras a una zona congestionada tienes que pagar por usarla. Uno decide por dónde circula y cuánto paga. Puede ir por lugares gratuitos o con tasas menores, o asumir el costo de ir por un lugar caro. El sistema ha sido tremendamente exitoso reduciendo la congestión (se calcula una reducción del 30% de vehículos que usan la zona). Experiencias similares se han aplicado en otros países (como Singapur o Estocolmo), incluyendo precios distintos según la hora del día, lo que desplaza tráfico a horas no pico con precios menores.
¿Puede hacerse lo mismo en el Perú? La respuesta es sí. Desde 1999 está vigente la Ley Nº 27181, Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre.
Según esa ley, “el Estado procura que todos los agentes que intervienen en el transporte y en el tránsito perciban y asuman los costos totales de sus decisiones, incluidos los costos provocados sobre terceros como consecuencia de tales decisiones, (…) promueve la existencia de precios reales y competitivos en los mercados de insumos y servicios de transporte, y corrige, mediante el cobro de tasas u otros mecanismos similares, las distorsiones de costos generadas por la congestión vehicular y la contaminación”. Luego continúa diciendo que solo “cuando la corrección de costos no sea posible, aplica restricciones administrativas para controlar la congestión vehicular…”.
Hoy la tecnología (GPS, lectores de códigos de barras, pago por Internet, etc.) hace mucho más fácil que en 1999 (cuando se dio la ley) implementar la solución que funcione.
El ‘pico y placa’ de Muñoz hace las cosas al revés. Primero es ilegal, pues lo que debe hacerse es crear un sistema de tasas antes de imponer restricciones administrativas al uso de nuestros vehículos. Pero además va contra el sentido común.
Tendemos a pensar que la congestión vehicular es causada por el número de automóviles. Pero eso es confundir la consecuencia con la causa.
Si usted coloca en un parque una calesa de caballitos con un letrero que diga “Paseo gratis”, tendrá en poco tiempo una enorme cola de gente que quiere usarla. Pero si cobra 10 soles, verá que la cantidad de gente se reduce sustancialmente. La cola refleja que la calesa está congestionada. Y lo está no porque hay demasiada gente. Es precisamente al revés. Hay demasiada gente porque el costo de usarla no es asumido por esa gente.
Eso es exactamente lo que ocurre con el tráfico. En lugar de aplicar lo que dice la ley y resolver el problema, la municipalidad prefiere romper la ley e implementar el sistema de ‘pico y placa’ que ha fracasado en todo lugar donde se ha implementado.
Una pena que olvidemos que son los incentivos correctos (y no la “sabiduría” burocrática) los que resuelven los problemas. Y es que póngale un problema a un burócrata y él, de inmediato, te creará cinco más y ninguna solución.
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