Como informa hoy Perú21, el Comando de la PNP decidió mandar al retiro al coronel Max Anhuamán Centeno, quien hasta hace poco se desempeñaba como jefe de la Dirección Contra Terrorismo (Dircote). Un valeroso oficial que dedicó muchos años a hacerle seguimiento y enfrentar al terrorismo sanguinario de Sendero Luminoso, incluso en sus nuevas encarnaciones políticas luego de la rendición y caída de sus líderes máximos.
Recordemos que –como se reportó a través de estas mismas páginas– en los últimos meses el general Anhuamán logró además detectar y luego desarticular células de adoctrinamiento en Trujillo (bajo la cobertura de inocentes actividades sociales para niños, operaba en esa zona de La Libertad un organismo de fachada donde a los infantes les inculcaban consignas senderistas y una narrativa que ensalzaba su historia de destrucción y vesanía).
Una trayectoria ejemplar, la de este oficial, que se ha visto cortada abruptamente, generando gran malestar en la institución. Y, por supuesto, no es el primer incidente en contra de profesionales honestos y competentes en el cuerpo policial. La cuasi desactivación de la Diviac y la injustificable suspensión del coronel Harvey Colchado está fresca aún en la memoria de la ciudadanía… y se dice que las vendettas políticas digitadas desde Palacio no han terminado.
De hecho, hay quienes especulan con que la suerte del general Anhuamán estaba echada desde el momento en que participó decisivamente en el planeamiento y ejecución de operativos contra Perú Libre y Vladimir Cerrón.
¿A tan abyecto nivel de protección y convivencia puede llegar el Gobierno con el dueño de ese partido, prófugo desde hace 301 días? ¿Quiénes son los hombres de Cerrón en el Ejecutivo para que este haya eludido por tanto tiempo la persecución policial?
Porque nadie se cree que solo con la untuosa ayuda de Kelly Portalatino es que el dueño del partido del lápiz sigue saltando de escondite en escondite, sin que las autoridades logren echarle mano. Está claro que el prófugo recibe ayuda desde muy dentro de la telaraña del oficialismo. Expertos en materia de seguridad lo han señalado más de una vez.
Sin embargo, pareciera que en el seno del Gobierno la única preocupación fuese ajustar cuentas con policías que perciben como hostiles a sus intereses. No importa que estos hayan demostrado ser altamente efectivos en el cumplimiento de sus tareas.
El Perú, que durante tantos años fue víctima de la insania subversiva, va a extrañar a un oficial del calado del coronel Max Anhuamán.