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Economía mundial: una de cal, dos de arena
“El relativo optimismo con el que se queda el lector al leer el primer informe se va disipando a medida que uno avanza con el segundo”.
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Estos días tiene lugar en Washington la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Como es de costumbre, el FMI acaba de publicar sendos informes: uno sobre las perspectivas de la economía mundial y el otro sobre la estabilidad financiera global.
El primero trae el mensaje positivo de que el crecimiento del PBI mundial ha mejorado del 3.2% registrado en 2016 a 3.6% previsto para 2017 y 3.7% para 2018. En cambio, el segundo pinta un panorama sombrío de riesgos a la baja, analizando los desequilibrios financieros que han generado las políticas de expansión monetaria y explicando la complejidad de encauzar la situación monetaria hacia la normalidad.
El relativo optimismo con el que se queda el lector al leer el primer informe se va disipando a medida que uno avanza con el segundo. Es como el folleto de un fármaco: el rótulo anuncia propiedades curativas mientras que la letra pequeña describe un sinfín de efectos secundarios y contraindicaciones.
Destaco el siguiente párrafo del segundo informe: “Crece el endeudamiento entre las principales economías mundiales. El apalancamiento en el sector no financiero es hoy más alto que antes de la crisis financiera... Si bien esto ha contribuido a facilitar la recuperación económica, el sector no financiero ha quedado más vulnerable… En consecuencia, en algunos países los prestatarios más débiles están llegando al límite de su capacidad de servicio de la deuda… la carga del endeudamiento cada vez mayor y la valoración excesiva de los activos podrían minar la confianza del mercado en el futuro, con repercusiones que podrían hacer peligrar el crecimiento”.
Hace unos días, Wolfgang Schäuble –el cesante ministro de Finanzas de Alemania y personaje clave en el manejo de la crisis de la zona euro– lanzaba el mismo mensaje pero de forma más enfática.
En una entrevista al Financial Times, decía que los billones que los bancos centrales han soltado a los mercados son los responsables de la explosión de los niveles de deuda y de las nuevas burbujas.
Esta era precisamente la tesis de mi reciente columna –titulada “La caída va a ser terrible”– y en la que afirmaba, refiriéndome a la economía de los Estados Unidos, que el “bull market” actual tiene ya 102 meses de vida (frente al máximo histórico de 113) y que la recuperación del PBI cumple 99 meses (frente al record de 120).
El ciclo actual es demasiado longevo y trae demasiados problemas. Dudo que dure mucho más.
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