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No hay bala de plata
“El mal Congreso es un reflejo de todo lo demás, no resultado de la reelección”.
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Según algunas leyendas, para matar a un vampiro, la bala tiene que ser de plata y ahí se origina esa expresión para referirse a una solución milagrosa a un problema complejo. Si bien no pocos congresistas son vampiros más que padres de la patria, la realidad es que no hay bala de plata. El debate sobre qué hacer para conseguir un mejor Congreso es positivo, pero mucho me temo que con algunas propuestas, que se presentan como remedios seguros, no se conseguiría gran cosa.
Dos son mis argumentos. Por un lado, la calidad de la democracia tiene mucho que ver con la instrucción de la población y eso solo lo cambia un buen sistema educativo con el tiempo. Por otro, en cuanto a la corrupción, cuando es sistémica, tan difícil es operar una transformación desde adentro como encontrar una aguja en un pajar, porque ‘todos están amarrados’, por utilizar el término que oí a Alfredo Torres en una presentación de los resultados de la encuesta anual sobre la corrupción hace unos años: más de la mitad de los encuestados estimaron que la impunidad era resultado de la colusión entre corruptores, corrompidos y quienes debieran sancionarlos.
La meritocracia no es garantía para solucionar los problemas del CNM y la OCMA porque lo más probable es que la corrupción se desplace a la administración de los concursos, como ha venido ocurriendo con las licitaciones de la obra pública. El voto voluntario no es ni condición necesaria ni suficiente para que se elijan mejores gobernantes: Luxemburgo, Australia y Uruguay los tienen y el voto es obligatorio. Ni lo es la eliminación del voto preferencial, pues docenas de países y territorios lo emplean para una o ambas cámaras, entre ellos Austria, Dinamarca, Países Bajos, Finlandia, Noruega, Suecia y Suiza; nadie se atrevería a decir que no son democracias sólidas. Tampoco lo es el bicameralismo –la reinstauración del Senado–; si no, cómo se explicaría que una centena de países y territorios, entre ellos Finlandia, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda y Portugal, funcionen solo con una cámara. Ni lo es la implantación de distritos uninominales. ¿No es así la elección de alcaldes y gobernadores? ¿Cuántos hay en la cárcel?
La no reelección fue lema de la revolución mexicana en la que los líderes se mataban unos a otros. Fue una reacción a los 35 años de reelección continuada de Porfirio Díaz. A la revolución le siguieron siete décadas del PRI. Casi ningún país prohíbe la reelección de congresistas. ¡Por algo será! El mal Congreso es un reflejo de todo lo demás, no resultado de la reelección.
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