PUBLICIDAD
Los que trabajamos por el Perú (sexta parte)
“La reunión había sido cordial pero tensa. A un mes del plan de estabilización, las autoridades esperaban reconocimiento y ayuda internacional”.
Imagen
Fecha Actualización
Era setiembre del 90, salíamos de Palacio el vicepresidente del Banco Mundial, Shahid Husain, y yo después de una reunión con Fujimori, a quien había acompañado Alfredo Jalilie, entonces viceministro de Finanzas. Era la primera visita al Perú, desde 1986, de un funcionario internacional de ese rango.
Al dirigirnos al carro, nos topamos con una veintena de periodistas; Husain –que era un paquistaní directo y seco– me preguntó: “How do you say congratulate?”. Le respondí: “Dar la enhorabuena”; esperó unos minutos a que los periodistas dejaran de hacer preguntas y espetó: “Hemos venido a Lima a darle al Gobierno la hora buena”, y dijo poco más.
La reunión había sido cordial pero tensa. A un mes del plan de estabilización, las autoridades esperaban reconocimiento y ayuda internacional. Esto último, empero, no era fácil, porque el gobierno anterior había dejado de pagar los vencimientos de la deuda externa al BM, FMI y BID a partir de 1986, un embrollo del que era complicado salir porque sus estatutos prohíben reestructurar deudas y porque, además, ningún país quería canalizar fondos a Perú si no se regularizaba la situación con los organismos.
Después de la bienvenida de Fujimori, Husain tomó la palabra y dijo que las medidas de agosto eran solo la primera estación de un tren de largo recorrido, que se necesitaban reformas a fondo durante varios años; y que la ayuda financiera internacional llegaría si se emprendían dichas reformas; paradójicamente, de entrada, el Perú tenía que empezar a pagar al Banco Mundial los vencimientos futuros, algo que ya estaba haciendo, desde 1989, con el FMI ante una amonestación de expulsión. Sobre esta base se solucionaría el problema de los saldos vencidos que ascendían a 2,300 millones de dólares con los tres organismos.
Después de la bienvenida de Fujimori, Husain tomó la palabra y dijo que las medidas de agosto eran solo la primera estación de un tren de largo recorrido, que se necesitaban reformas a fondo durante varios años; y que la ayuda financiera internacional llegaría si se emprendían dichas reformas; paradójicamente, de entrada, el Perú tenía que empezar a pagar al Banco Mundial los vencimientos futuros, algo que ya estaba haciendo, desde 1989, con el FMI ante una amonestación de expulsión. Sobre esta base se solucionaría el problema de los saldos vencidos que ascendían a 2,300 millones de dólares con los tres organismos.
En lugar de replicar a Husain, Fujimori solicitó mi opinión sobre las medidas de agosto añadiendo que yo había colaborado con el MEF. (Como yo había hecho declaraciones favorables sobre el plan a los medios, no me podía desdecir). Mi primera frase fue para corroborar lo que había dicho mi jefe, seguido de varios minutos alabando el plan de estabilización y sus previsibles efectos positivos si el gobierno continuaba con las reformas. Fujimori cerró la reunión con un “analizaré los temas con mis colaboradores”.
El titular de prensa al día siguiente fue: El Sr. Husain del Banco Mundial da la hora buena a Fujimori, aclarando que no era familiar de Saddam Hussein, pues eran los tiempos de la invasión de Kuwait.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD