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Del pronóstico a la realidad
“Mi recomendación al ministro de Economía es que prepare, cuanto antes, un plan de contingencia frente a la crisis”.
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Les deseo una feliz Navidad. Llego a esta fecha con la satisfacción de haberles aconsejado con criterio sobre el manejo de sus finanzas en 2018, pero también con la preocupación de que, pareciera, mis pronósticos están a punto de cumplirse. Las bolsas ya están en caída y la ralentización de la economía mundial es evidente.
El 7 de enero en “Un consejo”, les sugerí que no se dejaran seducir por los cantos de sirena sobre una supuesta bonanza; les recordé que también se aceleró el PBI mundial de 2006 a 2007 y que, un año después, sobrevino la gran crisis; y a los afortunados que habían tenido inversiones en bolsa en los últimos años –incluso como aportantes en el Fondo 3 de las AFP– les recomendé que realizaran sus ganancias, pasando sus ahorros a activos líquidos seguros –efectivo y Fondo 1– antes del inevitable ajuste.
El 14 de enero en “¿Invertir sus ahorros? ¡Espere!”, expliqué que la valoración de partida es determinante para la rentabilidad de una inversión a largo plazo y que no compensaba invertir en bolsa en ese momento porque los precios de las acciones estaban tan inflados.
El 21 de enero en “Del Salvator Mundi al sálvese quien pueda”, ilustré la euforia de los mercados con información sobre las estratosféricas sumas que estaban pagando por las obras de arte y argumenté que estamos ante una burbuja monumental, peor que las de 1929 y 2008 y solo comparable a la del dot.com que reventó en 2000 y cuyo ajuste, desafortunadamente, no se dejó completar, por lo que de ahí dio paso al crash de 2008. Dije, además, que la actual es –valga el neologismo– un “burbujón” que, irónicamente, era probable que siguiera en auge bastantes meses antes del inevitable crash. Durante este recorrido morboso harían gala la complacencia, la negación y el “esta vez es diferente”.
Finalmente, el 28 de enero en “Jugando a la ruleta rusa”, critiqué el optimismo sobre la coyuntura económica que exhibían, entre otros, el New York Times y el celebrado billonario y hedge-fund gurú, Ray Dalio, argumentando que el supuesto dinamismo del PBI y las bolsas iban a ser efímeros, porque la sobrevaluación era comparable a la de 2000, el exceso de endeudamiento excedía al de 2008 y los bancos centrales habían agotado su munición. Recordaba, además, que es imposible predecir en qué momento preciso estalla la crisis, pues esta siempre llega –parafraseando al Nobel Robert Shiller– por sorpresa, como “ladrón por la noche”.
Mi recomendación al ministro de Economía es que prepare, cuanto antes, un plan de contingencia frente a la crisis.
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