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Ricardo Lago: Los que trabajamos por el Perú (quinta parte)
“Les expliqué que si se ponía en marcha el plan, en poco tiempo se estabilizarían los precios y el tipo de cambio y que, en unos meses, el PBI estaría creciendo”.
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Al filo de la una de la tarde del 8 de agosto del 90, me disponía a salir del Hotel César Miraflores camino a una reunión con Hurtado Miller y su equipo en el MEF. Uno de los temas era la versión final del discurso con el que Hurtado iba a anunciar, horas después, el plan de estabilización; un discurso duro pero claro y esperanzador que había redactado Felipe Ortiz de Zevallos.
Al pasar frente a recepción, el conserje me avisó que tenía una llamada urgente de Jorge Camet, entonces, presidente de Confiep. La tomé y me dijo que estaba llegando al Hotel con Salvador Majluf, de la SNI, para hablar conmigo. Le informé que tenía que salir, pero insistió en la urgencia, argumentando que los empresarios no tenían información sobre el plan, que necesitaba convocarlos y calmarlos; que era crucial saber si el Banco Mundial y el FMI apoyaban el plan.
Colgué y llamé a Hurtado para preguntarle qué hacer; me dijo que por razones obvias no había consultado el plan con los empresarios y que era buena idea que yo dejara en claro que el plan lo sustentaban el FMI y el BM. Añadió que estuviera con ellos el tiempo necesario y resolviera sus dudas, que le haría “un gran servicio a él y al Perú”.
Llegaron Camet y Majluf y subimos al restaurante que había en el primer piso del hotel que estaba desierto. Les expliqué que si se ponía en marcha el plan, en poco tiempo se estabilizarían los precios y el tipo de cambio y que, en unos meses, el PBI estaría creciendo; se equilibraría la caja fiscal día a día con la ayuda de unas medidas de emergencia; se unificaban los tipos de cambio múltiples y la paridad del inti con el dólar se dejaba en flotación y que esperábamos que se estabilizara pronto en unos 500,000 intis por dólar frente a los 50,000 del oficial MUC de entonces.
Se echaron las manos a la cabeza cuando les dije que el precio del galón de gasolina y otros bienes básicos tenían que subir hasta 30 veces en vista del nuevo tipo de cambio y que no se fijaba un nuevo salario mínimo, sino que se decretaba una bolsa de emergencia para cada trabajador –equivalente al último salario mensual pagado– y que, a partir de ahí, quedaba a la negociación directa de cada empresa con sus trabajadores... Así transcurrieron cuatro horas pasando revista a los temas.
¿Y va a funcionar? Yo creo que sí, contesté, si se anuncia lo conversado. ¿Y cómo sabemos que lo que se anuncia es lo conversado? Esta noche lo sabremos, te llamo por teléfono después del anuncio.
Y así fue. El 9 de agosto Camet salió a defender el plan sin paliativos.
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