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Venezuela: el default y después
“Los días del chavismo, ahora sí, están contados: no hay represión imaginable para contener la sublevación social por hambre que se avecina”.
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Mi enhorabuena a la selección por deleitarnos con el partido del miércoles que presagia éxitos en Rusia y que, sobre todo, ha inyectado un subidón de estado de ánimo en medio de la maltrecha política local.
El jueves Venezuela entró en default, o mejor dicho en la fase final de un default progresivo que inició allá por 2009, cuando el precio del barril de crudo comenzó a caer de los estratosféricos 140 dólares. Al principio, los impagos afectaron a débitos por importaciones, que a la fecha podrían sumar un saldo de 30 mil millones de dólares; esta última semana, el gobierno fue incapaz de pagar unos cientos de millones en vencimientos de bonos en manos de inversionistas internacionales –que ascienden a 100 mil millones, mitad de la petrolera PDVSA y el resto soberanos– algo que los chavistas habían tratado de evitar a toda costa ante el riesgo de embargos de activos en el exterior, en particular la petrolera CITGO, que es propietaria de tres refinerías y una extensa red de grifos en EE.UU. Hasta los buques de petróleo de exportación podrían ser embargados: a Argentina, un fondo buitre le embargó el buque Armada Libertad.
El populismo dura lo que dura la plata y se acabó la plata. Aunque los datos macroeconómicos de Venezuela son un misterio, hay uno imposible de esconder, que es la producción diaria de petróleo que monitorea con tesón OPEP. En octubre cayó a 1.8 millones de barriles diarios, mínimo en 25 años y mitad del máximo de 1997. De ahí, el consumo interno se lleva 500 mil, otros tantos van a China en pago de créditos y 100 mil más a Cuba y otros del Caribe que no pagan. De manera que pagos en cash apenas alcanzan a los 700 mil barriles diarios; a este nivel y a los precios actuales, los ingresos anuales en cash por petróleo solo rinden 13 mil millones de dólares, que, sumados a las exiguas ventas no petroleras, suponen ingresos por 15 mil millones. Venezuela importa gran parte de los productos básicos que consume; hace cuatro años podía importar 100 mil millones y la situación era ya crítica. Ahora solo tiene capacidad para importar seis veces menos, y eso con suerte, no sea que embarguen sus envíos petroleros.
Lo que hemos visto hasta ahora de desabastecimiento y desnutrición no es nada comparado con lo que se viene. Los días del chavismo, ahora sí, están contados: no hay represión imaginable para contener la sublevación social por hambre que se avecina.
¿Y después? Veremos si la oposición supera la desunión y los protagonismos actuales pues, en otro caso, nada va a ser fácil.
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