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Propuestas impopulares para un mejor Congreso
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En los últimos años, el Congreso de la República parece haber consolidado su desprestigio frente a la ciudadanía. A esto, por supuesto, han contribuido principalmente las actitudes de los partidos que han sido mayoría en los últimos periodos. Sin embargo, con cada elección cambian los partidos y el Parlamento pareciera que no logra representar, como debería, al país.
¿Qué hacer ante esto? ¿Cómo recuperar la institución, para tener un mejor y más representativo Congreso? Es necesario debatir y adoptar las reformas necesarias, independientemente de su impopularidad.
En primer lugar, reafirmo la necesidad del regreso a la bicameralidad, como un mecanismo para que la gente esté mejor representada. Tener dos cámaras, con funciones y dinámicas de representación distintas, no solo mejorará la calidad de la producción legislativa, sino también ayudará a devolver la reflexión y la moderación al Congreso.
Una Cámara de Diputados elegida en distritos electorales más pequeños brindará representación territorial específica y facilitará una rendición de cuentas mucho más directa. A su vez, un Senado de distrito único reflejaría directamente la proporción de los votos de cada partido a nivel nacional. Brindaría una mirada reflexiva y unitaria de los problemas, y contrapesaría las acciones de la Cámara Baja, más coyuntural. Recordemos, por ejemplo, que si el Congreso elegido en 2016 hubiese tenido este sistema, el Senado no habría sido de mayoría fujimorista y tal vez la crisis política –que se extiende hasta hoy– podría haber sido evitada.
Adicionalmente, una verdad aún más impopular es que es casi imposible que un Congreso pueda ser representativo, siendo tan pequeño. En 1990, nuestro Parlamento tenía más de 240 miembros, divididos en dos cámaras, que representaban a alrededor de 20 millones de personas. Hoy más de 30 millones eligen solo 130. Tenemos una de las peores proporciones de representantes por habitante de América Latina. Contrario a lo que pediría la gran parte de los peruanos, el Perú necesita un Congreso más grande y mejor distribuido, en el que todos se puedan sentir representados.
Finalmente, considero que la no reelección de parlamentarios debe ser revisada y modificada. Es entendible que, por descontento, el país haya votado por impedir quedarse en el cargo a los congresistas a los que rechazaban. Pero para eso existen las elecciones. La prohibición de reelección ha sido un error, pues elimina la posibilidad de tener un Congreso experimentado. No mejora la calidad de los congresistas. Más bien, como han señalado politólogos como Mauricio Zavaleta, elimina la posibilidad de contar con personas con trayectoria parlamentaria. Atrae a políticos pasajeros, poco preparados y que buscan réditos inmediatos. Tal vez una solución intermedia, que ha funcionado en algunos países, podría ser poner un límite de dos o tres periodos.
Estas son tan solo algunas propuestas que requiere el Congreso para mejorar. En el actual Parlamento –por la dinámica demostrada en estos meses y por el poco tiempo restante– no es posible impulsarlas. Pero estas reformas deberán ser llevadas a cabo a partir de julio y deben ser debatidas desde ya por los hoy candidatos. Requerimos representantes cercanos a la ciudadanía pero que sean capaces de liderar las reformas necesarias para mejorar las instituciones y fortalecer la democracia. Así las medidas no sean populares.
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