No podría pasar desapercibida la situación engorrosa que vivió la congresista Patricia Chirinos, el último fin de semana, en un conocido bar barranquino, acompañada del congresista Aragón. Tuvieron que retirarse ante el estruendoso rechazo del público presente, que le reclamaba por su nefasto accionar en el Congreso, con un grito unánime para que se larguen.
Lo primero, evidentemente, es que condenamos cualquier tipo de agresión, inclusive si es verbal, no podemos exacerbar las emociones y sentimientos y menos tolerar este tipo de reacciones, por más espontáneas que sean. En política las posiciones se confrontan y se debaten, jamás se puede bajar al nivel de la agresión para hacer sentir nuestro desacuerdo o nuestra insatisfacción. Dialogando se entienden las personas.
Dicho esto, también es propicio recordar aquel adagio popular que dice, siembra vientos y cosecha tempestades. En el caso particular de la congresista Chirinos, se ganó a pulso este rechazo de la población, por sus acciones como congresista, que muestran permanentemente desprecio por el bien público; su actitud ha sido prepotente y petulante, sin asumir las consecuencias de sus actos, que inclusive lindan con ilegalidades, que por cierto, la Fiscalía ya tiene investigaciones fiscales en marcha.
En su momento, Chirinos tuvo comentarios desatinados y que inclusive discriminaban a otra colega congresista, Betssy Chávez, mofándose sin desparpajo de su figura física. Recordemos también los insultos con palabras soeces en contra de Pedro Castillo, ridiculizándolo en público, todo bajo el aplauso de un sector recalcitrante, que justamente se dedica a agredir, insultar y acosar en grupo a otras personas que no son de su línea ideológica y probablemente lo hacen a sueldo.
Chirinos ha sido una de las mentoras de este grupo de impresentables que se han dedicado por años a agredir, inclusive acosando en las viviendas y centros de trabajo de las víctimas, al extremo de arrojar excremento. Basta ver los mensajes en redes sociales que ensalzaban estas acciones vedadas o las fotos que tiene con esta gente, para darse cuenta de que asentía estas agresiones.
Hoy le tocó probar de su propia medicina, pero no es la primera vez que Chirinos vive una situación parecida, porque ya es reiterativo el rechazo generalizado que originan ella y en general la mayoría de congresistas. A ver si por fin entienden que el país los rechaza y quiere que se larguen, por tanto daño causado a la Nación desde el Congreso.
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