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Sandro Venturo: Maldición y mala onda
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Sociólogo y comunicador
Voy conduciendo por la carretera, escuchando buena música, viendo por el espejo retrovisor a mis hijos felices y agotados, a punto de quedarse dormidos. El sol del domingo ha sido generoso con nosotros. De pronto, en el tráfico lento de la Panamericana Sur, a un chofer se le ocurre usar el carril de emergencia para adelantar. A ese le siguen dos, tres, rápidamente varias docenas de irresponsables hacen lo mismo. Entonces todos, incluidos los idiotas que lo ocasionan, terminamos en un colosal embotellamiento. Lo peor es que estas imprudencias no solo ponen en riesgo a los conchudos sino a sus familias y a las familias de los demás.
El buen domingo se transforma así en una noche detestable. No es la primera vez que esto sucede, pienso, siempre es lo mismo, ya lo sabes, respira, no los vas a poder cambiar, así funciona la gente, es la misma porquería de los políticos: se saltan las leyes y solo ven por su pellejo. Y mientras manejo evitando pelear con cada uno de los autistas sociales que pasan por nuestro costado, mientras me esfuerzo en no perder mi precario equilibrio, no puedo evitar desearles lo peor de lo peor.
Bienvenido a la derrota, me digo. He sido consumido por la violencia del desorden y la prepotencia y ya estoy a punto de explotar (ya he explotado varias veces). Mi mente enfurecida no se detiene, viaja por toda la ciudad y veo escenas semejantes, inclusive más graves, en calles y avenidas, en carreteras y vías expresas. Nadie se salva: choferes y pasajeros, peatones y conductores, dueños de autos modestos y de autos de lujo. Es nuestro modo de vivir en sociedad, me lamento, mientras mis tripas se retuercen en silencio.
Estoy seguro que nadie quiere vivir en este miserable estrés pero todos nos cobramos la revancha día a día. Por eso tarde o temprano nos sumamos al relajo y al abuso. El resultado es este círculo vicioso permanente, esta condena que nos debilita como sociedad. En vez de dedicar nuestra energía a construir, vivimos a la defensiva, desconfiados, recelosos, incapaces de reconocer las nuevas oportunidades y las buenas noticias.
Esta semana, por ejemplo, hemos tenido una gran noticia: el último censo nacional de educación muestra que el desempeño escolar de nuestros niños de primaria está mejorando en matemáticas y lenguaje. Es insuficiente aún pero la instrucción viene mejorando significativamente gracias al esfuerzo sostenido de los últimos tres gobiernos. Qué bueno. Y como esta noticia hay otras tantas que no llegan a ser noticia en otros rubros igualmente cruciales para el bienestar de todos los peruanos. Algo bueno está pasando en el Perú que no podemos reconocer. Las contradicciones nos bloquean. La mala onda nos carcome.
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