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Sandro Venturo: Niño cantado y desinterés conocido
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Lima suele andar desconectada del resto del país, lo sabemos. Muchas veces esta desconexión es una vergüenza. En estos días andamos naturalmente atentos a los bochornosos incidentes del proceso electoral y a la amenaza del virus del zika que rodea a nuestro país, y casi hemos olvidado a El Niño. Para escribir estas líneas revisé las secciones regionales de los principales diarios nacionales y apenas encontré información acerca de los impactos de este fenómeno climático. Entonces consulté con varios amigos cómo estaba la cosa fuera de la capital y resulta que ya es muy preocupante.
Algunos ejemplos sueltos. El Consejo Regional de Puno declaró en situación de emergencia el sector agrícola debido al déficit de lluvias. En Huancavelica y Arequipa los productores agropecuarios y mineros se enfrentan a lo mismo. En Ayacucho la carretera terminó cubierta de nieve esta semana, alcanzando los 25 cm. En Ica el sector agroexportador ya está golpeado. En el norte comenzaron las lluvias en cantidades por encima de lo normal. La ciudad de Tumbes se está inundando y los fuertes vientos están produciendo oleajes fuera de temporada hasta los balnearios de Piura. Finalmente, el calor es cada vez más recio en toda la costa (¡eso sí se nota en Lima!).
En resumen, esto significa que la agricultura y la ganadería están –o estarán– deprimidas, afectando a miles de miles familias. Las pérdidas serán dramáticas. También significa que los reservorios ubicados en las cuencas del Pacífico no se están llenando este verano, cuando corresponde. Por eso Sedapal ya inició los racionamientos de agua en Lima. Así, nuevamente El Niño afectará a grandes y chicos, lo que también se traducirá en algunos puntos menos del PBI.
Ningún candidato habla de esto. Es como si las elecciones sucedieran en otro país. Menos aún están discutiendo sobre la necesidad de potenciar el sistema de Defensa Civil y los organismos de prevención e investigación científica correspondientes. Es increíble que todavía un fenómeno cíclico como este nos agarre por sorpresa. Si bien el actual gobierno estuvo realizando obras de prevención en los últimos meses, está claro que se trató de un esfuerzo especial y aislado ante la inminencia del próximo desastre.
Ya sabemos que El Niño no es el problema, sino nuestra incapacidad para prevenir sistémicamente los desastres y mitigar rápidamente sus impactos. Las fórmulas existen, basta con aprender de los vecinos chilenos. Pero así como a los políticos no les interesa, tampoco parece interesarles a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general. Hasta que los desiertos se inunden y los más afectados estén dispuestos a gritar frente a cámaras. Pero allí será muy tarde.
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