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Sandro Venturo: Este artículo es ingenuo
“Enseña Perú es un motivo de esperanza por lo que logran, no por lo que otros decimos de ellos”.
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Un ejemplo que va contra la resignación y el pesimismo. Quiero hablarles de Enseña Perú, una asociación que recluta principalmente egresados universitarios del tercio superior para contribuir a la transformación de la educación peruana. Nada menos. La asociación convoca desde hace un quinquenio a jóvenes profesionales que buscan formar sus competencias de liderazgo y que, principalmente, tienen ganas de cambiar el mundo. Es verdad, todavía existen estos ciudadanos.
Postulan miles, ingresan decenas. Son capacitados intensamente y se dedican a trabajar en las aulas de los colegios más necesitados del país. Dado el nivel de abandono de muchas escuelas, lo que hacen estos chicos es revolucionario. Por lo general, en menos de un año, logran incrementar la calidad del aprendizaje de nuestros escolares más olvidados. Los niños lo notan, sus padres y madres también. Y los colegas docentes y los directores suelen adoptarlos como los aliados que necesitaban para revalorar su profesión y llevar a sus colegios al nivel que ellos siempre desearon.
Estos impactos que inciden en la vida de la gente son medidos, no es floro. A diferencia de las ONG que conocí hace mucho tiempo atrás, su gestión es profesional y sus metodologías de intervención –en este caso educativas– son permanentemente revisadas. No responden a un tercero, su agenda es propia. Obviamente, tienen problemas y limitaciones, por eso se actualizan y sus estrategias de relacionamiento son flexibles. En fin. Lo que yo estoy observando en estas semanas en las escuelas donde los profesionales de Enseña Perú trabajan es alucinante. Tengo el privilegio de apoyarlos desde hace tres años, así que este artículo no es neutral. Los admiro.
Hay semanas en que siento que el país no tiene arreglo ni futuro. Entre la incapacidad de nuestros políticos de ponerse de acuerdo en lo mínimo para sacar el país adelante y la desconfianza que abunda en la gente común y corriente, es razonable que muchos tiren la toalla y apuesten por salvarse, solitos, de este caos. Pero también hay días en los que nos rebelamos contra la resignación y encontramos más de un resquicio a favor del optimismo. Cuando la desgracia amenaza, es imprescindible apoyarse en una esperanza razonable. Enseña Perú es un motivo de esperanza por lo que logran, no por lo que otros decimos de ellos.
Existen miles de miles de redes independientes de voluntariado y trabajo social. No son los únicos. Desde el antiguo y silencioso trabajo pastoral católico, hasta las nuevas pymes de innovación social y las activas olas de voluntariado que se levantan cada vez que sobreviene alguna desgracia, como los nefastos efectos del pasado Niño. Tenemos una gran energía civil (y juvenil) en el Perú que no estamos aprovechando. Si esto se multiplicara, ¿en qué país viviríamos?
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