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Sobre la (temible) ideología de género
“Ahora, el enfoque de género es una forma de comprender una dimensión clave del desarrollo de las personas y de las colectividades”.
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El debate sobre los asuntos de género no existía hace tres décadas en el Perú. Era inexistente para los partidos políticos, la prensa y el propio Estado.
Cuando en 1991 se creó el Diploma de Estudios de Género en la PUCP, sus fundadoras eran consideradas exóticas, unas investigadoras interesadas en un enfoque marginal respecto al canon de las ciencias sociales. Las izquierdas las minusvaloraban.
Ahora, el enfoque de género es una forma de comprender una dimensión clave del desarrollo de las personas y las colectividades que ha calado en la opinión pública global. Es más, en occidente es cada vez más hegemónico. Y la fuerza que ha adquirido en los últimos años, gracias a diversos movimientos sociales, ha hecho temblar inclusive a Hollywood, un reducto liberal por excelencia. Y con él, mismo efecto dominó, a insospechados ámbitos tradicionales y progresistas.
Los grupos conservadores no comprenden la diferencia entre “sexo”, “sexualidad” y “género”. No pueden. Para ellos estas tres nociones forman una unidad natural y divina. Pero la historia del homo sapiens es mucho más diversa y compleja que ciertas lecturas históricas de los libros sagrados del cristianismo. Por eso, su idea de familia es anacrónica. Es arbitraria su concepción sobre el papel inmutable del hombre y la mujer.
Ciertamente, detrás de sus exaltados líderes existe una gran diversidad que repele la contestación social de las mujeres y, más aún, las manifestaciones más vistosas del movimiento LGTBI. Pero ¿por qué no reaccionaron antes?
Porque no se sentían amenazados. El mundo oficial coincidía con sus valores. Nunca sospecharon que las vanguardias contraculturales surgidas después de la Segunda Guerra Mundial forjarían estos valores ahora predominantes. Mucho menos que se convertirían en políticas públicas intergubernamentales.
No les falta razón cuando acusan al enfoque de género de ideología. Efectivamente, es genuinamente liberal y laico. Se inicia con movimientos feministas surgidos a inicios del siglo pasado que reclamaban por el derecho al voto y cuestionaban ese imaginario social que confinaba a la mujer al mundo doméstico. Quien defiende el enfoque de género se opone a esa dimensión patriarcal de la tradición. Se entiende que los conservadores estén aterrados, pues el valor de la libertad nos debe llevar, una vez más, a formas de ser hombre y mujer impensables para nuestros abuelos y abuelas. Y, ciertamente, para muchos de nosotros.
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