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El tema de hoy: Justicia en la tierra
“A Figari y a otros fundadores del SVC se les atribuye haber creado una asociación ilícita para cometer sistemáticamente delitos de abuso sexual...”.
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La grave crisis política que envuelve al presidente Kuczynski, tras conocerse los vínculos profesionales que mantuvo con Odebrecht durante el gobierno del ex presidente Alejandro Toledo, ha opacado otras noticias de connotada importancia, como el pedido de prisión preventiva contra el líder del Sodalicio (SVC), Luis Fernando Figari, y otros miembros de la cúpula. Con tantas víctimas que decidieron hablar después de muchos años sobre los abusos que sufrieron, el requerimiento de la Fiscalía es una decisión que da esperanza para que estos execrables delitos no queden impunes.
A Figari y a otros fundadores del SVC se les atribuye haber creado una asociación ilícita para cometer sistemáticamente delitos de abuso sexual, lesiones físicas y psicológicas contra integrantes de esta agrupación captados desde que eran adolescentes. La Fiscalía no dice, como alguna vez se intentó confundir a la opinión pública, que el SVC sea una organización criminal, sino que se creó una organización paralela en su interior. Una, integrada por seis sodálites fundadores, que gozaba de una estructura jerárquica construida en torno a la figura de su venerado líder fundador.
Las víctimas han tenido que sortear mil obstáculos para llegar a este desenlace. A fiscales que han invocado a Dios y a la fe antes que al Código Penal para determinar si hay o no delito. A peritos a los que han tenido que demostrar que, a pesar del paso del tiempo, sus testimonios siguen siendo fiables. Y a la indiferencia de un Tribunal Eclesiástico que desde 2011 sabía de estos hechos y decidió hacer caso omiso.
Los años pueden haber borrado las huellas físicas de los abusos padecidos, pero no los daños psicológicos que, siendo los más difíciles de probar, son, sin embargo, los que más tardan en sanar. La Fiscalía ha presentado las respectivas pericias que muestran que hasta el día de hoy persisten las secuelas. Y sobre la base de ello, ha pedido que el máximo dirigente de este grupo responda a la justicia penal y deje de ampararse en la divina. Pero, además, que lo haga tras las rejas porque la reiterada conducta obstruccionista que ha mantenido y el riesgo de fuga encubierto bajo el manto de un presunto “retiro espiritual” en Roma así lo justifican. Está en manos de un juez acoger el pedido del Ministerio Público y hacer justicia en la tierra.
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