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Todos a la calle
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Si no estaban seguros de salir a marchar hoy contra los mediocres, obstruccionistas y blindadores que han capturado el Congreso de la República, esta semana varios de esos ocupantes precarios han dado razones de sobra para no dejar de hacerlo. Olaechea dice que aspiran al diálogo, mientras que en simultáneo sus aliados lanzan misiles. Nos quieren hacer creer que son constructivos, pero insisten en crear comisiones investigadoras que solo pueden tener el objetivo de joder y que nunca han servido para nada, salvo perseguir a los rivales, apuntalar agendas privadas y lavarles la cara a los amigos.
Esta semana, la Comisión de Educación acordó pedir facultades para investigar a la Sunedu, la de Fiscalización ha hecho lo mismo para investigar el mensaje presidencial en el que se anunció la propuesta de adelanto de elecciones, y, de refilón, también han acordado crear un grupo especial que investigará a las encuestadoras. ¿No tienen nada más que hacer? Por supuesto, la brillante idea de ir contra las encuestadoras tenía que venir de alguien como Héctor Becerril. Ya eso debería decirlo todo sobre este despropósito. Qué ridículos pueden llegar a ser.
Indignados, quieren cargarse a las encuestadoras porque han evidenciado que nadie les cree, que nadie los quiere, que la gran mayoría esperamos que se vayan pronto, lejos, donde dejen de hacerle daño al país. Es difícil de suponer que no se dan cuenta de su ineptitud y torpeza, que, entre otras varias consecuencias, han dejado sin voto a tres millones de peruanos que viven en el extranjero.
En un contexto como este, la única forma de asegurar un balance de poder es con la gente en la calle. Mientras tanto, Vizcarra y su equipo no deben olvidar que el último presidente que bajó la cabeza ante el fujiaprismo terminó derrocado.
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