Hace poco el papa Francisco recomendó que los sacerdotes leyeran, entre otros, a Marcel Proust, pero no indicó en qué traducción. Elegir una no es tema de poca importancia, pues los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido suponen una inversión de tiempo, mucho esfuerzo y, claro, una suma considerable de dinero. Comparar traducciones y argumentar cuál es la mejor solía ser una de las tareas de la crítica literaria, que hoy la ha abandonado (prefiere, en general, describir los valores políticos y morales de una obra). Por eso resulta tan valioso el aporte del español Carlos O. Valverde, economista por Cambridge y biólogo, según vemos en su cuenta de X, antes Twitter (@CarlosOlivoV), donde ha cotejado el original con las tres versiones castellanas de la novela de Proust hoy más difundidas.
Veamos un ejemplo. Proust escribe, según Mauro Armiño: “La historia oral hecha por los pastores ante el espejo, las nobles ciudades normandas perfumadas de Inglaterra y bellas como una aldea de Escocia”. Consuelo Berges entiende “la historia oral hecha por los patriarcas del terruño” (!), mientras que Carlos Manzano imperdonablemente traduce: “Las nobles ciudades normandas de Inglaterra, bonitas y perfumadas como un pueblo de Escocia”. Con el original a la vista, Carlos O. Valverde prueba que la versión de Armiño es la única fiel. Además, la traducción realizada por Pedro Salinas y Berges se basa, nos dice, en una edición francesa que hoy ya es obsoleta, pues los descubrimientos recientes la han modificado sensiblemente.
En un alarde de irresponsabilidad, Lumen publicó la traducción de Manzano. La versión de Salinas y Berges, que sirvió a varias generaciones, la ofrece Alianza Editorial (en siete tomos) y hace unos años llegó al Perú en una edición popular de Aguilar (en dos tomos). Mauro Armiño, después de publicar su traducción en Valdemar (en tres volúmenes), ha traducido la obra entera por segunda vez, ahora en El Paseo Editorial, con un mejor estilo. Curiosamente, Armiño opta por el título A la busca del tiempo perdido, porque, declara, el anterior es un anglicismo. Nosotros, amparados en la autoridad del Pedro Salinas, el poeta de La voz a ti debida, preferimos el título que este eligió y es el más conocido. Una cosa es clara: dedicar meses y mucho dinero, podría haber añadido el papa, a leer la perversión de Carlos Manzano es pecado capital.
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