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Un Congreso de pitufos
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Al casi cien por ciento de las actas procesadas, queda claro que todos los partidos eran más enclenques de lo que parecía. En términos reales, un porcentaje muy bajo ha votado por ellos, lo que les concede una bajísima legitimidad política. Una mayoría de peruanos no estará representada en el siguiente Congreso: casi el 60% de electores hábiles no votó por alguno de los partidos que lograron pasar la valla y colocar congresistas.
Los porcentajes que comunica la ONPE invitan a la confusión. Sirven para la asignación de curules, pero dan la falsa sensación de un apoyo popular que en la realidad no existe. Redondeando números, a nivel nacional somos poco menos de 22’500,000 electores hábiles, pero para los porcentajes oficiales solo se consideran los votos válidos, que fueron cerca de 13’500,000. En este total no se registran los cerca de 6 millones que no votaron y los aproximadamente 3 millones que votaron blanco o nulo.
Mientras más ausentes y más votos blancos y viciados, más pequeño es el universo sobre el cual se hace la repartición de curules, lo que genera un aumento artificial del porcentaje obtenido por los partidos. Así, AP aparece con 10.3% de votos válidos, cuando en realidad solo el 6% de los electores hábiles votaron por ellos. Frepap surge con 8.24%, cuando solo consiguió poco más del 5% real. APP, Podemos, Partido Morado, FP y UPP no convencieron ni a 5% de los electores posibles. El caso de Frente Amplio y Somos Perú es peor: no llegaron ni al 4%. Sumemos a eso que únicamente los primeros cuatro partidos lograron más de 1 millón de votos.
Esta es la foto real de un país sumergido en una crisis de representación, donde los partidos no cuentan con respaldo popular ni legitimidad para liderar alguna transformación. La cancha para el 2021 sigue abierta.
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