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Una mujer excepcional
La moderada, sagaz, tranquila Angela Merkel, en uno de sus últimos discursos, dijo que no podía soportar una cifra diaria de más de 500 muertos por la pandemia.
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Esta puede ser la síntesis de la figura de Angela Merkel, que sigue creciendo en medio del cataclismo sanitario y económico que aqueja al mundo.
La moderada, sagaz, tranquila jefa de Estado, en uno de sus últimos discursos, dijo que no podía soportar una cifra diaria de más de 500 muertos por la pandemia. Apeló desde el fondo de su corazón, y con lágrimas en los ojos, a los alemanes para que se tomen en serio las medidas de protección.
Esa es la misma mujer que, bajo el ala de su aversión hacia toda clase de extremismos, se comprometió firmemente ante la llegada masiva de refugiados a Europa, que la guerra de Siria disparó. Y tal como lo dijo, lo hizo. Aunque a veces ni sus propios votantes la entendieron.
Los sondeos mostraban su desgaste, pero ella no es mujer que se deje influir por estas mediciones. Se dice de Merkel que es partidaria de la táctica del “paso a paso”. De hecho, se volvió a meter a sus votantes en el bolsillo. La entendieron.
Así es Angela; inteligente, convincente, sufridora, discreta. Trump le negó la mano. Hoy quien se va, derrotado y humillado, es él.
Angela sigue mostrando en esta crisis pandémica un liderazgo crucial. Y no solo desde el punto de vista de la salud. También de la economía con decisiones tan sencillas como efectivas. Es la misma política que ha venido ejerciendo desde su llegada al poder.
El último éxito de Merkel lleva fecha de 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos. Convenció a Hungría y Polonia, inicialmente contrarias, para aprobar el marco financiero plurianual que supone la liberación de miles de millones de euros, dirigidos al repunte de la economía europea.
Aparecen nubes de optimismo en el cielo europeo. Un nuevo éxito de Merkel, que no será el último.
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