No hay que creer todo lo que circula en redes sociales y otros medios de comunicación sobre la posibilidad de que el régimen castrista-chavista negocie una salida con Estados Unidos para que su cúpula se retire sin pagar por sus crímenes de lesa humanidad, narcotráfico, corrupción y por entregar la soberanía venezolana a autocracias como Rusia, Irán, Turquía y China. El escepticismo y el descreimiento son justificados, ya que en estos 24 años ningún intento pacífico por sacar a la mafia enquistada en el poder de Venezuela ha logrado su objetivo.
Entonces, ¿hay razones para creer que esta vez sí podría haber una pequeña oportunidad de transición hacia la democracia? Con muchas reservas, considero que el contexto actual ofrece una esperanza mayor que en el pasado.
Las pruebas del golpe de Estado del mismo Estado: el deseo de cambio de modelo y de gobernantes se ha manifestado de manera clara. Las actas de votación verificables muestran que la gran mayoría de los venezolanos ya no quiere al régimen dictatorial. Incluso, para aquellos que alguna vez simpatizaron con Chávez, el progenitor del proyecto totalitario que ahora ahoga al país en miseria y persecución, el recuerdo de su legado se ha desvanecido. Además, misiones de observación electoral que Maduro permitió, como la del Centro Carter, han ratificado la victoria de Edmundo González.
El factor María Corina Machado: una líder indiscutible no solo a nivel político, sino también espiritual. María Corina merece el Nobel de la Paz. Es una estratega brillante que logró imponerse a pesar de la inhabilitación política, una campaña completamente favorable al régimen y las trampas del fraude institucional.
El contexto internacional: Rusia está distraída tras la invasión ucraniana y la situación en Kursk, Irán está enfocada en su conflicto con Israel, el régimen cubano está debilitado por una crisis socioeconómica sin precedentes y cada vez es más odiado por su propio pueblo, mientras que China atraviesa serios problemas económicos que la mantienen ensimismada. En América Latina, el socialismo democrático de Boric, la dificultad de Petro y Lula para justificar su apoyo a la oveja negra de la izquierda, y la presencia de gobiernos de centro y derecha en varios países limitan las alianzas significativas que el chavismo podría conseguir en la región.
Las elecciones en Estados Unidos: Biden, en busca de éxitos en política exterior que le ayuden a atraer más votos hispanos para la candidatura de Harris, y un Trump que también puede utilizar el peligro que representa el chavismo como una carta electoral, crean un escenario donde ambos partidos estadounidenses podrían estar interesados en un cambio en Venezuela.
El factor militar: las fuerzas armadas venezolanas, que colaboraron con el comando de María Corina entregando las actas de votación, podrían estar dispuestas a retirar su apoyo al régimen de Maduro. Esta sublevación política, con el apoyo de la comunidad internacional, podría ser el catalizador para un cambio definitivo.
Si con todo este contexto no ocurre pronto un cambio en Venezuela, el país corre el riesgo de convertirse en una segunda Cuba, enquistada en el continente americano.
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