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Y ahora, ¿qué toca?
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Pasaporte check, visa de estudiante check, carta de beca de la universidad check, bolsita con medicinas check, condones check… ¡ay, papá! ¡qué asqueroso eres!
Estamos haciendo la última revisión antes de cerrar la maleta de mano. Estampita de la Virgen de Muruhuay regalada por tu abuela, ¿check o no check?, check papá, check. Esa estampita me la regaló cuando estuve enferma. Osito de peluche que me gané en la tómbola de tu colegio, ¿vas a llevar esta huevada, mi amor?, pero claro pues, papá, si tú me la regalaste.
Te vas esta noche y noto que alguito te cuesta. Sabemos que a ambos nos está costando pero no decimos nada. Yo lo noto en las “anclas” que te estás llevando. Que la mantita con la que dormías, el peluche, la estampita, la foto con tu mamá que sorprendentemente has impreso. Tú que siempre te burlas de mi porque soy de los que todavía imprimen las entradas para el cine. Tú te llevas todo eso y yo me quedo con tu cuarto al que tu hermana menor ya le ha echado el ojo.
Última revisión y listo. Ya está todo papá. Y ahora, ¿qué toca?
Ahora toca tu vida, Valentina. Ahora te toca a ti, ahora toca tus decisiones. Ahora toca tus deseos, tus metas, tus ganas. Toca que te comiences a hacer cargo de ti como viene el paquete, con tus activos y tus pasivos. Toca que comiences a ser adulta. Y eso se conquista cuando dejas de depender económicamente de tus padres y, lo más importante: cuando tomas la decisión de resolver todo lo que te ha venido incomodando en la vida. Creces cuando dejas de culpar a tu mamá y a tu papá por cómo eres y logras darte cuenta que eso es lo que hay y, a partir de ahí, los siguientes pisos los construyes tú.
Yolanda y yo hasta aquí llegamos. Pusimos los cimientos como pudimos, con lo que nos alcanzaba, con todo lo que teníamos a mano. Eso sí, siempre llenos de amor por ti. Por mi parte te diré que di lo mejor desde el nivel de consciencia que me ha acompañado. Te sugiero, si es que me lo permites, que de mí tomes toda la distancia necesaria de todo aquello que te disgusta. Si algo mío no te gusta, úsalo como ejemplo de lo que no quieres en tu vida. Y lo que te parezca rescatable, amplifícalo y hazlo tuyo.
Yo detesto cuando me dicen que eres igualita a mí, lo odio no sabes cuánto porque yo te veo infinitamente mejor. A mi me pareces un alma hermosa, con una sensibilidad única, conectada con los demás, con esa capacidad que solo tú tienes para sentir lo que los demás sienten.
Mientras eso ocurre en ti, yo, en cambio, a tu edad me estaba convirtiendo en el cínico que hoy finalmente he podido dejar ir. Te admiro por cómo te estás parando en el mundo, siempre desde tu honestidad y vulnerabilidad. Yo, en cambio, tomé la rabia como compañera y no te voy a negar que me sirvió, pero también me daño. Entonces, ¿en qué te puedes parecer a mí si tus armas son nobles y las mías fueron villanas? Tú eres años luz evolucionada.
Has atravesado en tu corta edad el duelo, ese hueco en el alma que no se vuelve a tapar y que, pasado el tiempo, simplemente lo asumimos. Has habitado la tristeza propia y ajena y lo más valioso es que te has permitido sentirla. La has vivido, le has dado un lugar, has conversado con ella y finalmente la has transmutado en tu guitarra. ¿Puede haber algo más evolucionado que eso? Te graduaste de alquimista a los 14 años.
Admiro tu constante búsqueda, tu trabajo de introspección, las ganas que le pones a entender porque eres como eres y porque somos tu mami y yo como somos. Te ganas en el colegio el premio a la mega pensante del año y te cagas de risa porque sabes que así eres. Como dicen en la cárcel… te agarra la pensadora.
Hasta aquí llegué contigo. Como los pits en las carreras de autos. En cada vuelta de tu vida he tratado de poner las mejores piezas que tenía a la mano, un poco de aceite, aire en las llantas, ajuste de tuercas y nueva vuelta, nuevo año, hasta llegar a tus casi 18.
Ya estas ensamblada. A veces pienso en ti como un satélite que construimos y ahora te toca volar hasta el espacio. Y como todo satélite, bajarás de vez en cuando a la tierra para algún ajuste de tuerca. Mi casa siempre será también tu centro de operaciones.
En lo sucesivo, me comprometo contigo a acompañar todas tus decisiones, asesoría permanente 24 horas de atención a tu disposición, respaldo total en todo incluyendo cagadas propias de la vida, porque ahí también te voy a respaldar. En el dolor, hermanos, entendiendo que las metidas de pata vienen antecedidas del valor de tomar una decisión.
tal como te lo escribí por WhatsApp: “Tengo la plena seguridad que las decisiones que tomes hasta en lo más irrelevante, serán las correctas. Y eso no pasa por si están bien o mal o si tienen un resultado positivo o negativo. El éxito de una decisión no es su resultado; el éxito de una decisión es tomarla y lo que decidas hacer con su resultado.
Gracias, mi vida, por haberte contactado conmigo en algún lugar de la dimensión desconocida donde me invitaste a generar un acuerdo de almas y me pediste que asuma el rol de ser tu papá. No tienes idea cuánto disfruto acompañarte en este plano, eres un alma hermosa, toma la vida, apodérate de cada momento, siéntelo a volumen diez si es necesario, resuelve, confía en ti, estás más que equipada para ser quien quieras ser en esta experiencia terrenal.
A mi me tienes siempre para lo que necesites.
Te amo
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