Las expresiones de rechazo contra las autoridades del Ejecutivo y el Congreso se han hecho una constante esta semana. Más allá de la condena a cualquier tipo de agresión, también es legítimo que la ciudadanía manifieste su descontento e incomodidad con las autoridades, porque evidentemente se siente que no nos representan y mucho menos están cumpliendo mínimamente las responsabilidades que tienen a cuestas.
Congresistas, ministros, gobernadores regionales y la propia presidenta Boluarte saben que van a ser cuestionados abiertamente y, lo más importante, espontáneamente como se ha dado en esta semana, porque hay un hartazgo de la población, que muy bien las encuestas la reflejan y este fin de semana han sido contundentes con el nivel de desaprobación.
Entonces, tienen consistencia las expresiones espontáneas de rechazo de parte de la ciudadanía con el resultado de las últimas encuestas, que inclusive ya marca una tendencia de desaprobación total a nuestras autoridades. Al parecer los únicos que no quieren entender esta realidad son justamente los congresistas y el gobierno, que se empecinan en seguir arremetiendo con sus ilegalidades y actos de ignominia contra el país y que justamente han sido las causas de este rechazo.
Esto sin contar todos los escándalos en los que están involucrados, sobre todo los congresistas, en los que se tienen ‘mochasueldos’, los ‘Niños’ y traficantes, que han incluido hasta un violador que muy bien blindaba este Congreso, y ha tenido que ser la justicia la que finalmente ha sentenciado al excongresista de APP.
Ojo, las manifestaciones de rechazo no vienen de portátiles asalariadas, como están acostumbrados a movilizar en la extrema derecha, con el mismo grupo de siempre que se dedica a insultar y agredir a periodistas y exautoridades, como la llamada Resistencia, que, por cierto, jamás ha hecho un plantón para protestar contra este Congreso o el Ejecutivo. Curiosamente sí lo hacía cuando Castillo estaba en el poder, evidenciando su direccionamiento e intereses subrepticios.
El mensaje es claro. La población ya se cansó de tanto abuso de poder de esta clase política y el rechazo se va a incrementar y puede generarse un ambiente peligroso de una mayor polarización y descrédito de las autoridades, que, con ello, pierden legitimidad para gobernar, conduciendo a un escenario de precarización del gobierno y el Congreso que evidentemente terminaría con su caída y un escenario de incertidumbre y hasta, quién sabe, de anarquía.