Han pasado 373 años desde que un artista anónimo pintó, en 1651, en una pared del antiguo barrio de Pachacamilla —ahora Monasterio de las Nazarenas— a un Cristo crucificado. La obra, a pesar de más de tres siglos de existencia, soportando desastres naturales y el inevitable paso del tiempo, se mantiene en pie en 2024, lo cual alimenta la fe y devoción de cientos de miles de fieles peruanos, agradecidos por su poder milagroso y protector.
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La conservación de la pintura religiosa se da gracias a los cuidados de las madres nazarenas carmelitas descalzas —las guardianas del mural— y de la historiadora de arte Liliana Canessa, actual directora del Museo Señor de los Milagros, y un equipo de restauradores, quienes en los años 90 comenzaron las labores de mantenimiento del mural. Este mismo grupo se encarga de los trabajos de restauración y mantenimiento de la réplica de la sagrada imagen, la cual sale en procesión por las calles de Lima junto a la Virgen de la Nube.
ESTADO DEL MURO
Debido a los destructivos terremotos en la capital —de 1655, 1687, 1746, 1904 y 1940—, la pared donde estaba el antes llamado “Cristo de la Pared”, “Cristo Crucificado”, “Cristo de las Maravillas”, “Santo Cristo de los Milagros” o “Imagen de la Santísima Trinidad y del Santo Cristo de la Fe y de los Milagros”, según apunta el teólogo Pedro Hidalgo, lucía bastante deteriorada, tanto es así que en 1950 dos italianos del Instituto Central de Restauro de Roma retiraron su base de adobe e hicieron el desprendimiento del muro, para luego recolocarlo.
En 1974, especialistas del Instituto Nacional de Cultura retiraron el vidrio de protección por la aparición de hongos, producto de las intensas lluvias. Ya en 1993, el equipo de Canessa encontró el muro sucio y poco visible. Pero el problema más grave, enfatiza, es que la tela de protección que habían colocado detrás los italianos había empezado a desprenderse y hacer globos. “Hicimos miles de pruebas hasta que encontramos el adecuado: empezar a consolidar; para ello, ingresamos una jeringa con líquido por un agujero e hicimos otro para que salga el aire, y luego presionamos hasta el día siguiente”, indica.
Es así que, cada año, se hace mantenimiento de los lienzos del muro original y se prueba mediante sondeo si ha vuelto el problema de la separación de la pared.
GRACIAS RECIBIDAS
En el Museo Señor de los Milagros, que dirige Liliana Canessa, los visitantes pueden apreciar la zona de las gracias recibidas, un espacio con objetos en forma de corazones, piernas, brazos, pulmones, cabezas, senos, entre otros, colocados por los fieles que han recibido milagros del Cristo Moreno. “Así como el señor fue pintado por un anónimo, las gracias no tienen nombres. Esa es la magnífica relación que hay entre el Señor y sus devotos”, reflexiona la directora.
El museo, que presenta salas con la historia del Cristo Morado, la espiritualidad carmeletiana —iniciada con María Antonia Lucía del Espíritu Santo, heredera del vizcaíno Sebastián de Antuñano, quien comenzó la procesión en 1687—, exposición de santos, entre otros, abre sus puertas todos los días. Está en el jirón Huancavelica 583, Cercado de Lima.
TENGA EN CUENTA
- 1747 es el año en que aparece en procesión, a espaldas del Señor de los Milagros, la Virgen de la Nube, una devoción de origen ecuatoriano en homenaje a Antonia Lucía del Espíritu Santo, nacida en Guayaquil, explicó el padre Pedro Hidalgo.
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