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Mejoras en la educación permitirían que 20 millones de alumnos latinoamericanos salgan de la ‘pobreza educativa’ hacia el 2050
Potenciar los sistemas educativos podría permitir que 350 millones de alumnos a nivel global salgan de la pobreza educativa para el 2050.
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Hoy más que nunca, es fundamental elevar la calidad y la equidad de los sistemas educativos en todo el mundo. Esto lo concluye un reciente estudio de McKinsey & Company sobre los sistemas educativos a nivel mundial. Además, se espera que la automatización intensifique la demanda de trabajadores altamente calificados, lo que implica una mayor necesidad de habilidades tecnológicas, socioemocionales y cognitivas.
Lamentablemente, aún estamos lejos de la meta. Según el Banco Mundial, siete de cada diez estudiantes en países de ingreso medio a bajo viven en situación de ‘pobreza educativa’, y no pueden leer un texto simple al finalizar la escuela primaria. Esto significa que la mayoría de los niños del mundo pertenecen a sistemas educativos en los que no aprenderán a leer después de completar su educación básica. Además, más del 90% de los niños viven en países donde los resultados educacionales promedio son de regulares a muy malos.
El rendimiento es desigual incluso con niveles similares de inversión. Los países de América Latina se agrupan en el extremo inferior de la inversión. Además, Perú cuenta con un resultado de entre 375-425 HLO1, clasificado como una mala puntuación; y una inversión pública anual de menos de 2 mil dólares por estudiante.
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Si estas tendencias históricas continúan, más de 700 millones de niños a nivel global estarán en situación de pobreza educativa para 2050. Sin embargo, aún es posible cambiar el rumbo de este resultado. Si todos los sistemas lograran mejorar los resultados de sus estudiantes al mismo ritmo que los sistemas más eficaces, aproximadamente 350 millones de alumnos (20 millones en Latinoamérica) podrían salir de la pobreza educativa en el mismo plazo.
La reciente encuesta global de Educación 2023 de McKinsey & Company, realizada a más de 400 líderes educativos de todo el mundo, reveló que, solo el 20% de las iniciativas de mejora de la educación alcanza los objetivos propuestos. El 80% de proyectos falla debido a prioridades opuestas (61%), financiamiento inadecuado o no equitativo (60%) y falta de talentos educativos (48%).
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“El surgimiento de la Inteligencia Artificial está generando demanda de nuevas habilidades en la fuerza laboral. Ante ello, el desarrollo de iniciativas educativas exitosas podrá permitir que los estudiantes se sientan mejor adaptados a las nuevas tendencias. Nuestro análisis busca comprender de qué manera los sistemas educativos de todo el planeta pueden retomar el crecimiento y recuperarse del retraso generado por el COVID-19", comentó Felipe Child, líder de la Práctica de Sector Público y Social de McKinsey para Latinoamérica.
Sistemas que están venciendo los pronósticos: el caso de Perú
La buena noticia es que algunos sistemas logran vencer los pronósticos y producir mejoras en el aprendizaje, año tras año. Para identificar los sistemas más exitosos, se analizaron los sistemas nacionales de la última década que alcanzaron mejoras significativas, consistentes y sostenidas en los resultados estudiantiles medidos por evaluaciones internacionales.
Entre los 14 sistemas investigados, en Latinoamérica resalta el caso de Perú, país que mostró una mejora (33 puntos) en los resultados de la prueba PISA durante la última década. Gracias a ello, el sistema peruano se muestra como un caso con mejoras sostenidas y significativas.
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Cuando Jaime Saavedra asumió el cargo de Ministro de Educación en el 2013, reconstruyó el equipo de liderazgo del ministerio y trajo talento de otros sectores, incluido el financiero, que aportó habilidades nuevas y necesarias. Al mismo tiempo, Perú también reformó el proceso de selección de sus 15,000 directores para contar con talentos de gestión de alto calibre en las escuelas.
Además, al hacer el cambio de la escuela secundaria de medio día a la de día completo, los líderes escalaron rápidamente; el programa comenzó con 1,000 escuelas, con líderes que mejoraron el modelo a medida que implementaban el programa.
Acciones para desarrollar iniciativas de educación exitosas
Los sistemas más exitosos, en todos los niveles de inversión y desarrollo nacional, utilizan estrategias de refuerzo para crear un ciclo virtuoso que hace posibles mejoras sustanciales y a largo plazo en el aprendizaje. En ese sentido, se proponen 7 acciones para lograr el éxito en las iniciativas de educación:
Fijar menos prioridades para alcanzar más logros. Los líderes educativos exitosos establecen menos objetivos, pero cada vez más enfocados basados en evidencia. Esta estrategia facilita la obtención de apoyo de socios y donantes, quienes dirigen sus recursos hacia lo que más importa.
Cultivar el liderazgo más allá de un único líder. Los sistemas educativos exitosos cultivan el liderazgo más allá de un único líder, invirtiendo en funcionarios públicos y construyendo un banco de talentos en todos los niveles. Estos sistemas aíslan la educación de la política, promoviendo instituciones más allá de los ministerios y viabilizando un ecosistema amplio de expertos para apoyar el desarrollo y la implementación de medidas.
Establecer una comunicación auténtica entre educadores y familias. Los sistemas efectivos reúnen activamente aportes de todos los involucrados desde el inicio y a lo largo de la implementación para diseñar y refinar políticas que tengan impacto en el aula. Esto incluye la participación de docentes, directivos y estudiantes, la realización regular de encuestas y la visita de miembros del gabinete al menos dos veces al mes.
Crear coordinación y una cadencia para el cambio. Es importante moverse con rapidez para convertir los planes en acción, elaborando una hoja de ruta clara, probando los planes de implementación y asegurando que el presupuesto esté orientado hacia las prioridades. Además, estructurando los cambios para demostrar beneficios rápidos y diseñando a escala para lograr el impacto esperado.
Construir estructuras y habilidades de implementación. Para destacar, es importante contar con talento para enfrentar grandes desafíos. Además de buenos educadores, se requieren gerentes de proyecto e implementadores hábiles, capaces de traducir estrategias en acciones concretas dentro de las escuelas. Esto implica establecer roles y responsabilidades claras para tomar decisiones y aprobar inversiones.
Medir los resultados de los estudiantes y volverlos transparentes. Los líderes construyen sistemas de datos robustos y los utilizan para mejorar continuamente. Además, ponen a disposición del público información relevante, segmentan las escuelas con el propósito de mejorar la rendición de cuentas y el soporte, y utilizan los datos para impulsar mejoras en todos los niveles.
Expandir lo que ya funciona, pero crear espacio para la innovación. Los sistemas exitosos miden sus innovaciones para incorporarlas a la base de evidencia existente. Si bien la mayor parte de la innovación en la educación está orientada hacia la mejora continua, también se necesita una innovación más disruptiva, especialmente en sistemas de bajo desempeño. La innovación es necesaria tanto para mejorar la efectividad de las intervenciones actuales como para crear más modelos escalables.
Cultivar el liderazgo más allá de un único líder. Los sistemas educativos exitosos cultivan el liderazgo más allá de un único líder, invirtiendo en funcionarios públicos y construyendo un banco de talentos en todos los niveles. Estos sistemas aíslan la educación de la política, promoviendo instituciones más allá de los ministerios y viabilizando un ecosistema amplio de expertos para apoyar el desarrollo y la implementación de medidas.
Establecer una comunicación auténtica entre educadores y familias. Los sistemas efectivos reúnen activamente aportes de todos los involucrados desde el inicio y a lo largo de la implementación para diseñar y refinar políticas que tengan impacto en el aula. Esto incluye la participación de docentes, directivos y estudiantes, la realización regular de encuestas y la visita de miembros del gabinete al menos dos veces al mes.
Crear coordinación y una cadencia para el cambio. Es importante moverse con rapidez para convertir los planes en acción, elaborando una hoja de ruta clara, probando los planes de implementación y asegurando que el presupuesto esté orientado hacia las prioridades. Además, estructurando los cambios para demostrar beneficios rápidos y diseñando a escala para lograr el impacto esperado.
Construir estructuras y habilidades de implementación. Para destacar, es importante contar con talento para enfrentar grandes desafíos. Además de buenos educadores, se requieren gerentes de proyecto e implementadores hábiles, capaces de traducir estrategias en acciones concretas dentro de las escuelas. Esto implica establecer roles y responsabilidades claras para tomar decisiones y aprobar inversiones.
Medir los resultados de los estudiantes y volverlos transparentes. Los líderes construyen sistemas de datos robustos y los utilizan para mejorar continuamente. Además, ponen a disposición del público información relevante, segmentan las escuelas con el propósito de mejorar la rendición de cuentas y el soporte, y utilizan los datos para impulsar mejoras en todos los niveles.
Expandir lo que ya funciona, pero crear espacio para la innovación. Los sistemas exitosos miden sus innovaciones para incorporarlas a la base de evidencia existente. Si bien la mayor parte de la innovación en la educación está orientada hacia la mejora continua, también se necesita una innovación más disruptiva, especialmente en sistemas de bajo desempeño. La innovación es necesaria tanto para mejorar la efectividad de las intervenciones actuales como para crear más modelos escalables.
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