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Álvaro Vargas Llosa: “El Congreso no será peor que el anterior”
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Álvaro Vargas Llosa mantiene una entrañable cercanía con el Perú pese a su lejanía física de la tierra natal. Con Perú21 conversó, vía Skype, desde París. Tiene expectativa por lo que hará el próximo Parlamento pero tiene claro que en un año y medio el trabajo deberá circunscribirse a una agenda acotada. Para lo demás, dice, “tendremos que esperar al próximo gobierno”.
Ya conocemos la composición del próximo Congreso. ¿Podemos esperar que lo que viene sea mejor que lo vivido en los últimos cuatro años?
Los estándares son tan bajos que no es difícil responder esa pregunta, pero no me contento con eso. No va a ser peor de lo que hemos tenido por una razón muy sencilla: teníamos una operación obstruccionista bien coordinada y organizada, lo que no significa que por momentos no fuera caótica e indisciplinada. Evidentemente se había convertido en un gran problema desde dos puntos de vista. Uno, la práctica imposibilidad del Ejecutivo de realizar reformas que la ciudadanía y el estado de las instituciones exigía; y de otro lado, un problema aún más grave: el distanciamiento cada vez más grande –abismal, diría yo– entre el Congreso y la ciudadanía. Lo que tenemos ahora supone potencialmente cierto progreso porque no veo todavía que estas bancadas vayan a formar una coalición mayoritaria para obstaculizar toda reforma importante en el próximo año. No me contento con eso. Me hubiera gustado un resultado menos atomizado y hepático y con una mayor claridad en cuanto a la dirección que la ciudadanía quiere que tomen el Congreso y la política.
¿Cómo entiende la irrupción del Frepap y UPP en el mapa político?
El Frepap ha resurgido con una fuerza que nadie previó, por lo menos nadie en el mundo del periodismo y las encuestas, pero seguramente hay sectores populares del Perú donde sí se vio venir. No debería sorprendernos en una sociedad como la peruana. (…) No es inusual que surjan fenómenos como el que puede suponer el Frepap, que tiene una dimensión claramente mística y religiosa, o los que pueden representar Podemos o Antauro Humala, que son más bien lo que podríamos llamar el semifascismo militarista. Es una respuesta ciudadana desesperada, angustiosa, iracunda, creo que también irresponsable. Aunque la puedo comprender no debo dejar de calificarla así, (...) nos dice mucho sobre el estado de conmoción social en el que está un sector importante del Perú y que sólo se puede haber agravado en los últimos años por la conducta que han tenido el Parlamento y el Poder Judicial, así que la responsabilidad de esas instituciones es enorme.
Tanto en UPP como en Podemos existe un discurso con fuertes rasgos autoritarios. ¿Existe el riesgo de que en el 2021 surja alguna figura presidencial con características autoritarias?
Sin duda. No para ganar la elección, pero un rol importante sí. En el Perú se pasa a segunda vuelta con veintitantos por ciento de los votos. Casi bajo ninguna circunstancia –en el Perú hay que tener cuidado cuando se hacen afirmaciones contundentes– veo que un personaje así pueda obtener más de 50%, pero colocarse en segunda vuelta con 20% o 22% es perfectamente posible. El efecto sería nocivo porque, aun cuando no gane, contaminaría al resto de la clase política. (…) Entonces, vamos a tener gente, sino ofreciendo el fusilamiento de los adversarios o de los corruptos o de los políticos, ofreciendo soluciones ajenas al Estado de derecho, sino fusilando venezolanos o un discurso xenófobo extremo.
El fujimorismo ha pasado de 73 congresistas en 2016 a unos 13 en esta elección. ¿Cómo vislumbra el futuro de la agrupación?
Seré la última persona en el Perú que decrete la defunción de ningún grupo político. Diría que han recibido un golpe demoledor, devastador, que permite suponer que en el corto plazo que queda de aquí a la elección presidencial es casi imposible que recuperen el posicionamiento político que tenían hace algunos años. Por tanto, es extraordinariamente difícil, por no decir imposible, que se cuelen en la segunda vuelta, pero eso no significa que no van a tener cierta representación. Y el hecho de que su líder haya vuelto a la cárcel vamos a ver qué efecto tiene. (…) Ahora, hay que decir que recibieron un golpe que merecían. Su conducta fue verdaderamente desleal con el sistema democrático, además de una actitud suicida. Si ellos pudieran retroceder el tiempo y verse con 73 congresistas frente a Pedro Pablo Kuczynski, sabiendo todo lo que pasaría después, seguramente entenderían que no tenían de parte de la ciudadanía un salvoconducto para hacer lo que les viniera en gana con las instituciones peruanas. Si hubieran ejercido un comportamiento un poco más responsable, hoy seguirían siendo una fuerza muy importante y disputando la próxima elección presidencial. No se entiende que gente que tenía experiencia política, ya que finalmente su movimiento nació en el año 90, se haya comportado de esa forma.
Keiko Fujimori ha vuelto a prisión preventiva ¿Es una medida necesaria?
Hubiera sido infinitamente preferible que se presentaran los cargos, se hicieran las imputaciones formales y se inicien los juicios a que tengamos otra preventiva. Hay algo con lo que, como hombre de derecho y libertad, no me siento cómodo. No entiendo por qué diablos los juicios no pueden empezar con la acumulación impresionante de información que ya tenemos, (…) hay algo inquietante en que estos procesos de investigación se estén dilatando y obliguen al sistema a abusar de la figura de la prisión preventiva…
Con el nuevo Congreso entramos a otra etapa del gobierno. ¿Cuál debiera ser la prioridad del presidente Vizcarra de acá hasta el final de su mandato?
Yo diría que hay una condición previa, y es que se pueda armar una coalición operativa en el Congreso. ¿Quiénes pueden estar ahí? Los obvios. Acción Popular desde luego, el partido de Acuña evidentemente, Somos Perú. No creo que pueda llevar a cabo todas las reformas políticas, pero los temas de inmunidad y bicameralidad son claves; la renovación del Tribunal Constitucional es también fundamental. Hay otro tema que quedó pendiente: el Congreso anterior protegió de manera cómplice a funcionarios importantes a quienes se le debió levantar la inmunidad. El caso de Pedro Chávarry, por ejemplo. Mucho más que eso no sé si es posible. Me encantaría hablar de la reforma laboral y la agenda económica que está pendiente. El Perú está creciendo 2.5%, es un crecimiento insuficiente. Ahora, con este Congreso y con un presidente que no quiere tomar demasiados riesgos en el campo económico, no es realista plantearse que eso pueda pasar. Supongo que tendremos que esperar al próximo gobierno, dependiendo de quién sea.
¿La polarización en la política incluye a los ciudadanos o es exclusiva de los políticos? Parece que a veces los políticos se pelean por cosas que a los peruanos no les importa mucho.
En lo que respecta al fujimorismo sí. El fenómeno del fujimorismo ha calado mucho más allá de la clase política. Ha sido el leit motiv, el hilo conductor de la política peruana desde hace décadas. Estamos hablando de treinta años de un país que está dividido esencialmente entre fujimoristas y antifujimoristas. No porque representen el 50% los fujimoristas sino porque esa división, esa polarización, ha canibalizado al resto de la vida política. Tengo la esperanza de que una vez castigados los fujimoristas –como merecían estarlo– y el Apra también, y reducidos a una expresión minoritaria, podamos volcar las energías hacia algo más creativo: a reconstruir las instituciones y a darle un nuevo impulso a la economía peruana.
¿Cuál cree que será el legado del presidente Vizcarra en la política peruana? ¿Cómo será recordado dentro de unos años?
Va a depender mucho de este año y medio que queda de gobierno. Desde luego va a ser reconocido porque en un momento capital de la historia contemporánea del Perú supo interpretar una ansia muy extendida en la sociedad de regeneración y de purga ética de las instituciones, él lo supo captar. Él no llegó al poder con esa agenda en la cabeza, no ofreció eso cuando era parte de la plancha presidencial del señor Kuzcynski, pero sí supo, una vez en el poder, reaccionar con intuición, agilidad y valor. (…) Por eso, repito, ojalá se pueda armar entre 4 o 5 partidos en el Congreso una mayoría operativa, no para salvar al gobierno de Vizcarra, sino para salvar el prestigio del Congreso y las instituciones, regenerar un poco la vida política. Y si de eso se beneficia el presidente, ¡qué importa! Él no va a ser candidato. No tiene partido, no es un enemigo para nadie en términos políticos. Ojalá entiendan ese mensaje.
A nivel personal, eventualmente, ¿le interesaría tener un rol más activo en la política peruana?
Si surgiera un partido liberal en el Perú con el que yo me sienta cómodo, con gente en la que yo confiara mucho, lo respaldaría. No jugaría un rol de liderazgo o electoral, pero lo respaldaría en la modesta medida de mis posibilidades. Se lo he dicho a todo amigo liberal que me lo pregunta, lo he dicho siempre. Lo haría con gusto, pero solo en esos términos.
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‘La izquierda no aprende’
Solo el Frente Amplio, pasaría la valla con 9 de 130 escaños.¿Por qué no se consolida una propuesta de izquierda en el Perú?
Esa es una lectura posible. Otra es sumar los porcentajes de las tres izquierdas. No es muy significativo, pero (…) no es tan minúsculo. La división –ellos son campeones de la división y la subdivisión– les ha jugado en contra. No hay ninguna duda de que la izquierda está muy golpeada. Es una izquierda antediluviana, incapaz de entender nuestro tiempo y la modernidad. No han aprendido la lección de otras izquierdas, (…) no se han puesto al día, y las pocas personas que lo intentaron, desde el punto de vista de las ideas, como Susana Villarán, mira dónde terminaron. Puede ser que la inmigración venezolana haya sido también un factor significativo. Cuando tienes a cientos de miles de personas huyendo del infierno, que te transmiten un mensaje sobre lo que representa la izquierda en su versión extrema, seguramente tiene cierto efecto.
En el Perú, ¿hay apetito por una izquierda más moderna?
Lo hay en un sector de clase media urbana, a la que la derecha llama antipáticamente caviares. Hemos visto el efímero fenómeno del Partido Morado. (...) No creo que el escándalo de Julio Guzmán haya sido determinante; es que son todavía percibidos como elitistas.
Tenga en cuenta
- Álvaro Vargas Llosa se graduó en Historia Internacional en la London School of Economics, en el Reino Unido. Ha ejercido el periodismo escrito, televisivo y radiofónico desde los quince años en el Perú, Estados Unidos y otros países de América Latina y Europa.
- Actualmente publica una columna de opinión en veinte países. Publicó su primer libro: El diablo en campaña, en 1991. Otros títulos de su autoría son: La contenta barbarie, El exilio indomable y Cuando hablaba dormido, así como el polémico Manual del perfecto idiota latinoamericano.
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