Avelino Guillén se cansó de esperar a Pedro Castillo y presentó renuncia

Guillén era el tercer titular del Interior en seis meses de gobierno y dio un paso al costado porque corroboró que no cuenta con la confianza de Castillo. De lo contrario, el mandatario no habría demorado más de un mes y medio para respaldarlo con los cambios que proponía en las direcciones especializadas de la Policía Nacional.

En lugar de eso, el jefe de Estado se puso del lado del comandante general de la PNP Javier Gallardo. El plan del protegido de Castillo era pasar al retiro a oficiales con trayectoria y experiencia para darles paso a miembros que ya habían tenido acercamientos con el gobierno, más precisamente con el exsecretario presidencial Bruno Pacheco.

Por ejemplo, el comandante de la Policía quería retirar al jefe de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote), Óscar Arriola; al jefe de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), Vicente Tiburcio Orbezo; y mover al jefe de la Región Policial de Tumbes, Luis Miguel Gamarra Chávarry, a la de Junín, la región que es manejada por Perú Libre y su dueño, el condenado Vladimir Cerrón. Guillén se opuso a esa propuesta desde un principio.

En octubre del año pasado, Pacheco recibió en su oficina a los coroneles PNP Manuel Rivera López y Nicasio Zapata Suclupe, oficiales que después de esa cita fueron ascendidos a generales.

Como este diario ha informado, el jefe de la Policía proponía que López pase de la División de Fronteras a encabezar la Dirección de Inteligencia, y que Zapata sea trasladado de la División de Lavado de Activos a dirigir la Dirección Anticorrupción.

Este último tendría en sus manos toda información respecto a allanamientos y diligencias coordinadas con la Fiscalía que impliquen a organizaciones criminales, como Los Dinámicos del Centro, la cual compromete a dirigentes del partido de gobierno.

Además, el general (r) PNP Javier Bueno contó ayer ante el Congreso que cinco coroneles que habían visitado Palacio durante el proceso de ascensos eran parte de los 23 oficiales recientemente promovidos a generales. Es decir, se alineaban a los intereses castillistas.

El ahora exministro Guillén le había pedido al presidente la cabeza de Gallardo a inicios de este mes, y fue ignorado.

“La conclusión es clara: para ascender a general hay que visitar Palacio de Gobierno”, expresó el general (r) Javier Bueno, exoficial que renunció el año pasado al advertir irregularidades en el proceso de ascensos en la Policía.

Ante la Comisión de Defensa del Parlamento, ratificó que existió injerencia política en la promoción de oficiales y que, de acuerdo a lo que se comenta entre los altos mandos de la institución, hubo pagos de dinero a cambio de subir de rango.

Bueno indicó que el general Ángel Toledo Palomino, director de Lavado de Activos, fue pasado al retiro por haber desplegado los operativos en Lima y Junín contra los locales de Perú Libre. Esas diligencias fueron coordinadas con el fiscal Richard Rojas y conllevó a que se recojan evidencias que conducen al manejo de dinero ilícito para la campaña presidencial de Pedro Castillo.

Esta crisis tiene tres meses. Creo que es una renuncia muy tardía. Hay decisiones que hay que tomarlas inmediatamente; si no, la situación va empeorando, como se ha visto. Lo que queda claro es que el absurdo apoyo a un comandante general de la Policía por encima del ministro del Interior es responsabilidad exclusiva del presidente Castillo. Guillén es un hombre correcto, pero debió ser más firme. Los peruanos no nos merecemos que nos desgobiernen de esa manera.

No es posible que un presidente se quede con un general insubordinado con denuncias graves de corrupción y quite el respaldo al ministro del Interior que estaba tratando de enfrentarlas. La presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, apoyó a Guillén, como corresponde. La pregunta cae de madura: ¿cuál será la posición de la premier? Creo que debería poner su cargo a disposición. Eso es lo que corresponde en las formas democráticas. Esta situación es grave.