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Las otras víctimas de las protestas: pasajeros varados y precios de productos en alza
Perú21 hizo un recorrido por los terminales terrestres para conocer el drama de las familias que buscan regresar a sus hogares en medio del caos. También de aquellos cuya crisis les ha golpeado duramente el bolsillo.
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Lejos de las bulliciosas y violentas manifestaciones, miles de personas son las afectadas. Aquí algunos de los dramáticos testimonios.
Es mediodía y el sol empieza a calentar en la avenida 28 de julio, en el centro de Lima. En pleno recorrido me topo con un cartel de la empresa de transporte terrestre Civa. “No hay salidas a nivel nacional (norte-sur) por el motivo de las manifestaciones que se vienen dando en nuestro país”, advierte el letrero pegado en la puerta principal. Al interior del local familias enteras; niños y ancianos esperaban con cierta esperanza a que la boletería abra para poder comprar un pasaje de regreso a sus casas.
Karen Villavicenso, una ciudadana venezolana que ya tiene un buen tiempo en el Perú, ha recorrido todos los terminales terrestres de Lima. Llegó a la estación de la empresa Civa para comprar un pasaje para ir a Tumbes, pero no lo ha conseguido. “No hay pasajes, he recorrido el terminal de Atocongo, todos los terminales y no están saliendo de ningún lado. Yo ya me quería regresar a mi país, pero no puedo salir ahora, tengo que esperar. Todo esto se veía venir”, me cuenta con cierta tristeza.
Karen, como muchos de sus compatriotas, llegó a nuestro país huyendo de la dictadura de Nicolás Maduro, hace 4 años. Hoy, al ver las protestas, el vandalismo y la violencia no puede dejar de recordar lo que vivió en Venezuela décadas atrás. “Todo esto es muy parecido a Venezuela, a lo que pasó. Estas manifestaciones, estos vándalos, muy pero muy parecidos. De que son mandados, son mandados. Yo solo estoy buscando salir”, señala.
En el otro lado del terminal se encuentra David con su esposa e hijo de tres años. Van dos días esperando retornar a Talara, y no lo logran. “Tengo mi casa en Talara, hemos venido a Lima y estoy estancado aquí hace dos días. Quiero que se arregle todo esto inmediatamente, a parte de mi hijito de tres años, tengo dos niños más que piden mi regreso. Gracias a Dios aún tenemos comida para la semana, pero hay personas que no tienen, vienen y se van. Algunos duermen aquí o en los parques”, relata con angustia.
TODO SUBE
Las amas de casa, por su parte, temen que los precios continúen al alza en medio de las protestas violentas. “Algunos productos sí han subido, otros han bajado. Por ejemplo, la manzana pasó de S/9.50 a S/10. En casa estamos comprando lo necesario, racionando las frutas. La carne también ha subido a 34 soles el kilo; podemos sustituir con huevo, pero el huevo está carísimo”, me confía Lisseth Prada, madre de una niña de 8 años y ama de casa –en el Mercado San José en Jesús María–, que no es ajena a la realidad que vive el país. “El derecho de uno termina cuando afectas al del otro, las marchas pueden ser pacíficas, pero no puedes afectar a terceras personas que nada tienen que ver. Por ejemplo, un comerciante del campo viene y quiere vender, no puede porque ya se echó todo a perder en el camino, ¿qué culpa tiene? Muchos se escudan diciendo que todo es por culpa de las grandes empresas, y no, no son las grandes empresas las culpables; nos afectan a todos. No puedes venir y reventarme el carro, no puedes venir y reventarme la casa”, dijo con indignación.
ALLANARSE A LA LEY
Metros más allá se encuentra César Soto, ingeniero de 62 años, comprando las verduras para la semana. “La inestabilidad nos afecta, no se sabe cuándo van a subir los precios, ni cuando bajarán. Va a haber un desabastecimiento (por el bloqueo) en las carreteras que nos va a afectar a todos. Todas las autoridades y ciudadanos tienen que allanarse a la ley; si no vivimos bajo la ley, esto va a ser una jungla”, me dice. Razón no le falta.
Los comerciantes sienten temor de futuros saqueos y del impacto de las violentas protestas. “No encuentro mercadería barata, todo lo suben el doble, el triple. Necesitamos que se preocupen por la agricultura, por el abono que el año pasado estaba a 50 soles y ahora está en 400 soles el saco de 50 kilos. El 2023 va a estar cara la papa, a 10 soles el kilo, y no es posible”, afirma Virginia Vásquez, del puesto 18 del referido centro de abastos.
Esta es, pues, la otra cara de la situación que vive el país; la del ciudadano común y corriente que lucha por mantener a su familia y progresar. La cara que los azuzadores de las jornadas violentas y de barbarie no quieren ver. Escenarios de sangre causados por grupos extremistas como el Movadef que el gobierno tiene que parar de una vez.
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