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El terror de las milicias chavistas que Castillo busca copiar en el Perú

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Fecha Actualización
En la avenida Juan Pablo II, en el Callao, un cartel ubicado en la puerta del local de Perú Libre de Bellavista anuncia la convocatoria para convertirse en rondero urbano. La gigantografía lleva una imagen del presidente Pedro Castillo con un puño alzado y con una penca, el arma de castigo de los ronderos en forma de látigo, en la otra mano. “Inscripciones o postulantes aquí”, se lee.
Sea esta una convocatoria oficial o no, la apuesta de Castillo por tener un grupo armado en las calles del país, paralelo a la Policía, va causando zozobra en la ciudadanía. Esta propuesta tiene como ejemplo a las temerarias milicias civiles de Cuba y Venezuela.
En su mensaje a la nación de 28 de julio, el mandatario, que postuló con un ideario “marxista-leninista-mariateguista”, dijo que expandirá “el sistema de rondas” en todo el país. Una manera de ser recíproco con los que lo apoyaron en segunda vuelta, ya que el docente en algún momento fue parte de las Rondas en su natal Chota, Cajamarca, y las usó como un simbolismo en la campaña electoral.
“(La ronda campesina) no es otra cosa que la población organizada para dar seguridad (...) nos proponemos a conformarlas donde no existen e incluirlas en el sistema nacional de seguridad ciudadana en los niveles regionales y locales”, anunció.
Sin embargo, Castillo prefiere darles lugar a los ronderos en el sistema de seguridad nacional, cuando solo pueden actuar en sus comunidades, en lugar de fortalecer a la Policía, la entidad formada para dar seguridad a los ciudadanos.
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Ayer, los viceministros del Interior renunciaron al conocer que Grover Mamani, un hombre que se presenta como maestro pero según la Sunedu no registra ningún título, sería el nuevo director general de Gobierno Interior. Mamani es una persona cercana a los ronderos; incluso los ha acompañado en marchas desplegadas este año en Lima.
Distintos especialistas han advertido que el gobierno castillista quiere implementar un grupo paramilitar y, de esa manera, arremeter contra sus opositores, como sucede en Venezuela.
El exministro del Interior José Luis Pérez Guadalupe expresó su preocupación. En diálogo con Perú21, dijo que lo que se quiere es conformar un grupo civil que solo responda al gobernante.
“Lo que quieren es acabar con toda institucionalidad, igual que en las dictaduras; como sucede en Cuba y Venezuela, los ronderos aún no tienen fuerza pero si la proyección es la milicia venezolana, estamos mal”, refirió.
Grupos armados
Los grupos armados civiles en Cuba llevan por nombre Milicias Nacionales Revolucionarias. Fueron creadas por el mismo Ernesto ‘Che’ Guevara hace 60 años para proteger “la revolución” iniciada por Fidel Castro de “una probable invasión de Estados Unidos”, según el oficialismo castrista.
Pero, en la práctica, contribuyeron a que la dictadura se mantenga por seis décadas, reduciendo a los opositores.
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En la década del 70, el fallecido dictador le dedicó unas palabras a su brazo armado, 15 años después de haberlo fundado.
“Se expuso ante el pueblo la decisión de armar y entrenar militarmente a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes e intelectuales, para que estuvieran en condiciones de ejercer su derecho a defender la soberanía de la patria, a salvaguardar las conquistas de la Revolución y a preservar su porvenir de dignidad y justicia social”, manifestó. Su discurso se conserva en las páginas web del gobierno cubano.
La Venezuela de Hugo Chávez copió esa idea y en 2007 formó las Milicias Bolivarianas. La justificación era la misma: proteger el país de una invasión estadounidense. Los dos países son socialistas y se oponen a la política capitalista y de libre mercado que rige en los países democráticos.
En el régimen chavista, por ejemplo, las milicias civiles son integradas por ciudadanos comunes de todas las edades y son dirigidas por exmilitares. Ancianos, jóvenes, estudiantes, profesionales, desempleados, toda persona es recibida como un potencial soldado, hasta personas con discapacidades físicas.
A todos ellos se les proporciona armas de fuego y se les adiestra en combate. A cambio, los voluntarios reciben alimento y otros beneficios de parte de la dictadura.
Una amenaza
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha calificado de “amenaza” a las milicias venezolanas.
En un informe publicado en 2017, la CIDH alertó que el “despliegue de fuerzas militares y milicias civiles armadas ordenadas por el Poder Ejecutivo representa una grave amenaza a los deberes estatales en materia de protección de la seguridad ciudadana y la protección de los derechos humanos”.
Asimismo, condenó el entrenamiento militar de civiles por incorporarlos en conflictos armados que solo les compete a militares y la Policía.
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“La población no debe ser incorporada en ningún tipo de estrategia de defensa interna, así como tampoco debe desvirtuarse el rol de la sociedad en relación con la seguridad de la nación”, concluyó.
En ese mismo año, la CIDH alertó que el gobierno chavista de Nicolás Maduro estaba sumando 500 mil civiles armados a la Milicia Bolivariana.
“La CIDH expresa su profundo rechazo al llamado a 500,000 milicias civiles, incrementando a niveles alarmantes el índice de civiles que participan de la seguridad estatal. Ya la CIDH ha expresado su más enérgico rechazo frente a medidas que suponen el involucramiento de civiles en tareas de seguridad”, se lee en el informe titulado “Situación de derechos humanos en Venezuela”.
No es viable
Otro de los que afirma que el uso de ronderos para resguardar las calles es una réplica exacta de estas milicias es el ex-GEIN José Luis Gil. Para el policía en retiro, el poder que se pueda ceder a los ronderos es para que el gobierno tenga una protección militar propia.
“La primera fase ha sido la toma del poder, la segunda etapa es la implementación de ese proceso y la tercera fase será la consolidación; van a ubicar en el Estado a una serie de personas con ideas determinadas para que avancen con sus proyectos y para eso necesitan una fuerza de seguridad que no sea la PNP ni las FF.AA.”, declaró a este diario.
Por estos días los ronderos se sienten protagonistas. El último lunes, incluso, realizaron una especie de cumbre en la que ya trazaban que, en el lapso de tres años, habría 40 mil de ellos custodiando las calles de Lima. Su vocero y presidente, Víctor Vallejos, es quien aparece ante los medios para recordarle al jefe de Estado de su promesa.
Por el momento, los ronderos solo usan una penca para resolver las cosas a su manera: con castigos físicos y sin ningún criterio de justicia. De cumplirse el anuncio de Castillo, ¿los ronderos combatirán a la agresiva delincuencia de la capital con un látigo y un sombrero?
Cuesta creer que Pedro Castillo dejará indefensos, y desarmados, a las rondas campesinas, que parecen más dispuestos a servir al presidente que al propio país. Según Vallejos, esperan recibir de presupuesto al menos el 50% que el Estado destina para la seguridad ciudadana.
Paulina Facchín, abogada venezolana en Derechos Humanos
Las milicias venezolanas son la copia perfecta de los comités de defensa de la revolución cubana. En Venezuela, a diferencia del Perú, no existían ronderos; había Policía Nacional descentralizada. Hugo Chávez creó las milicias porque empezó a dar de baja a policías y militares para sustituirlos.
En principio, estas milicias solo iban a proteger a los funcionarios de altos cargos de gobierno, pero posteriormente Chávez se dio cuenta de que estos sujetos eran tan violentos que podían servir de control social.
Cuando salíamos a protestar pacíficamente a las calles, recibíamos ataques de la policía política del Estado más la fuerza bolivariana.
En Venezuela estos grupos paramilitares ingresaban a las instalaciones de un medio de comunicación y apresaban a los periodistas. Los civiles armados por el régimen chavista entraban a los canales de televisión para amedrentar. Las armas que manejan son AK-47, granadas y bazucas.
Solo la Policía debe brindar seguridad en las calles porque sus efectivos están preparados para ello.
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