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[Perfiles] Carlos Añaños: Uchuraccay está más cerca de Etiopía que de Lima
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Habla lento y con sentimiento. Conversa en voz baja, pero sonriendo. Termina la entrevista en quechua y en todo momento se muestra nostálgico, agradecido y generoso hasta en los recuerdos. Su tierra, Ayacucho, le abrió las puertas al mundo, pero como lo tenía cogido del corazón, ahora está de vuelta. Carlos Añaños, el fundador del Imperio AJE junto a sus hermanos –más conocido como Kola Real, ahora Big Kola, en 27 países–, se jubiló en 2017 para liderar el Patronato de Pikimachay. Así, busca pasar 10 días de cada mes en Ayacucho para poner en valor la región. El resto del tiempo vive entre Lima, Madrid y en un avión, pues confiesa que le encanta viajar y que por trabajo y por placer ya conoce medio planeta. “Yo no hablaría de imperio, hablaría de resiliencia, de emprendedurismo y de esfuerzo. Yo trabajo con pasión y feliz”, dice. “Mi visión es un poco más simple de lo que se cree”.
EL VALLE DE PATIBAMBA
Vivían en paz y armonía. Recuerda Carlos, el menor de los seis hermanos y “el más terrible” como le han contado en su familia, que cuando era niño, en su pueblo, podía de repente echarse a dormir bajo la sombra de un árbol sin matar de un susto a nadie. Los vecinos ya sabían quién era, ‘el benjamín de los Añaños’ decían, y alguien avisaba a la familia dónde estaba. “Crecí en un mundo de cariño y respeto, donde no solo te cuidaban tus padres sino toda la gente. Fue una infancia sana, donde ibas a un sitio y te invitaban un caramelo o lo que sea, porque la gente vivía desprendida”, explica. No recuerda el protagonista de este perfil, si su padre tenía llave de la casa, “si la hubiera tenido, me acordaría” dice, pero de pronto cambia el gesto y se pone serio al contar que todo cambió cuando tenía 15 años: “Atacaron el valle, quemaron todo y mataron a mucha gente. Fue desastroso”, asegura y se queda en silencio.
LIMA SIN OPORTUNIDADES
Toda su familia pudo salir a tiempo. “El terror no se olvida”, dice. “El miedo te paraliza el cuerpo”. Recogieron lo que pudieron, lo que quedó de las tierras que cultivaba su padre: “No sé si nos escapamos o nos botaron, pero tuvimos que dejarlo todo”. Pasaron algunas noches en casas distintas, en los techos a veces y hasta en los árboles. “Nadie sabía si nos iban a atacar, si íbamos a amanecer. El terrorismo arrasa con lo que encuentra a su paso”, afirma. Viajaron a Lima donde alquilaron un departamento de 100 metros cuadrados para todos. Solo su madre tenía ingresos, 10 dólares al mes como profesora de primaria, así que consiguieron una camioneta y los hermanos menores se pusieron a cargar verduras en La Parada para hacer taxi a los distintos mercados: “A veces nos pagaban con comida, unos choclos o unas papas, y las recibíamos claro, si finalmente lo que queríamos era comer”, dice animado. Insiste en que su vida ha sido una vida feliz.
AYACUCHO SIEMPRE
A pesar del terrorismo de los 80, volvieron a Huamanga para emprender con Kola Real. La empresa internacional, por el terrorismo no podía trasladar gaseosas a las regiones, así que comenzaron arriesgando lo único que tenían, 27 mil dólares de la hipoteca de la casa y unos tres mil de la venta de un tractor. “Yo comencé como obrero. Repartía en triciclo a cada bodega. No éramos los primeros, ni los inventores de gaseosas en botellas de cerveza, pero éramos gente fuerte del campo, fuimos resilientes”. En Huancayo abrieron la primera planta de AJE Group y el resto es historia, caso de éxito que se estudia en el mundo entero, “99% de transpiración y 1% de inspiración”, confiesa quien se jubiló del grupo para volver a sus raíces: “Para descubrir otro tipo de emoción, la de hacer algo por la tierra que me educó, donde nací, crecí, emprendí y me forjé”. En 2019, Ayacucho multiplicó sus visitas, ingresos, vuelos y rutas gracias al patronato que impulsa Carlos Añaños y aunque, la pandemia y el gobierno de Castillo causaron un fuerte retroceso, hoy se está tomando impulso para retomar el proyecto.
CHISPAZOS
¿Quisiera aplicar un plan similar en todo el país?
Estoy centrado en Ayacucho y creo que aún hay mucho por hacer. No he pensado en algo más grande porque tengo que terminar mi proyecto.
¿Qué se necesita para poner en valor nuestro país?
Yo creo que para eso se tienen que cumplir algunos principios básicos: Seguridad, paz y tranquilidad. Con eso, la gente sola, los emprendedores solos, saben lo que tienen que hacer.
¿La salida de los militares en Ayacucho ha sembrado el terror nuevamente?
Yo no creo que los militares hayan vuelto a traer el terror, creo que ellos salen porque había terror en la calle.
¿Hay terrorismo de nuevo, con la captura de la camarada Cusi, por ejemplo?
No te voy a decir si hay terrorismo porque es un tema delicado, pero si te voy a decir un dato objetivo: en el año 2000 había más de 12 mil presos por terrorismo en el país. Yo te pregunto ¿cuántos hay hoy? Seguro que no pasan de 100. Entonces, no quiero terruquear a nadie, pero creo que las cosas…
¿Se han salido de control?
Mira, creo que hay una verdad que no podemos negar. Hay brechas sociales importantes y te pongo un ejemplo. Uchuraccay es considerado el distrito más pobre del país, ¿quién lo conoce? Yo hice una campaña “Salvemos Uchuraccay” donde implementamos una biblioteca, una radio de comunicación y un comedor para que las personas se puedan alimentar dignamente, el caso es que cuando conoces esos lugares, te das cuenta que Uchuraccay está más cerca de Etiopía que de Lima. Eso no lo estamos viendo, solo vemos que en las convulsiones sociales brota todo, la pobreza, la anemia, la desnutrición, el alfabetismo… todo lo que todavía se tiene que hacer.
¿En qué fallamos entonces?
Claramente no es dinero. Es falta de gestión y no creo que sea un problema de modelo.
¿Y si hablamos de izquierda o derecha?
Eso es irrelevante. Creo que la gente quiere vivir en paz, tener buen trabajo y calidad de vida digna. Yo no proceso derecha o izquierda, yo hablo con humanos que tienen sentimientos y necesidades.
¿En algún momento entrará en política?
No es lo que he pensado ni lo que estoy buscando, pero si dar mensajes de paz y hablar con muchachos en las universidades es hacer política, o si intentar hacer algo por tu pueblo es hacer política, entonces sí hago política.
Pero, ¿entraría en una competencia política, aunque no sepa aún con quién ni contra quién?
Solo sé que no debo escupir al cielo y no te quiero mentir, no sé qué pasará.
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