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Sanguinario terrorista Abimael Guzmán muere en la Base Naval
Cumpliendo dos cadenas perpetuas que nunca habrían terminado de reparar el dolor de miles de peruanos ni tanta sangre derramada, y con una herida en la sociedad que aún es difícil cerrar, ayer el cabecilla de la organización terrorista Sendero Luminoso (SL), Abimael Guzmán, murió a las 6:40 a.m. en las instalaciones de la Base Naval del Callao, donde permanecía recluido desde 1992.
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Cumpliendo dos cadenas perpetuas que nunca habrían terminado de reparar el dolor de miles de peruanos ni tanta sangre derramada, y con una herida en la sociedad que aún es difícil cerrar, ayer el cabecilla de la organización terrorista Sendero Luminoso (SL), Abimael Guzmán, murió a las 6:40 a.m. en las instalaciones de la Base Naval del Callao, donde permanecía recluido desde 1992.
Murió a los 86 años, en la víspera a conmemorarse 29 años desde su captura por parte del GEIN; y sin arrepentirse ni pedir perdón por los más de 30 mil peruanos a los que SL les arrebató la vida, según el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). Aunque, ciertamente, la cifra real nunca podrá conocerse con exactitud.
Su deceso se produjo “debido a complicaciones en su estado de salud”, confirmó temprano, en un escueto comunicado, el Centro de Reclusión de Máxima Seguridad.
Fuentes de Perú21 precisaron que Guzmán falleció en el tópico del centro, hasta donde posteriormente llegaron peritos de Criminalística de la Policía y la Fiscalía, antes de ser trasladado —alrededor de las 5:00 p.m.— a la Morgue del Callao. Allí, se informó, se realizaría la “necropsia de ley, así como el examen antropológico, de odontología forense, biología y de ADN”.
En el acta de levantamiento del cadáver, realizada por la Tercera Fiscalía Provincial Penal Corporativa del Callao a las 16:00 p.m. y a la que accedió Perú21, se advierte que “no presenta signos de lesiones traumáticas recientes”.
La salud del sanguinario terrorista ya se encontraba bastante deteriorada desde hace varios años. Semanas antes de su muerte tuvo que ser internado en el Hospital de la Base Naval, donde, luego de permanecer por 15 días, retornó al centro de reclusión, el 5 de agosto.
El último jueves se volvió a reportar que estaba “muy inapetente, muy decaído”, detalló la jefa del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), Susana Silva, por lo que, al día siguiente, un médico del Minsa acudió para tratarlo. Para ayer se había programado otra revisión, la cual nunca llegó a ocurrir.
El viernes fue la última vez que su abogado, Sebastián Chávez, vio con vida a Guzmán. “Por lo menos pudimos conversar tranquilos. Estaba un poco cansado”, comentó a Perú21. Se enteró del deceso cuando se encontraba camino a la Base Naval llevando medicinas para Guzmán, a través de una llamada de la esposa del terrorista, Elena Iparraguirre.
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No existe protocolo
Tras la muerte, se generó toda una controversia sobre qué es lo que ocurrirá con los restos del genocida. Su abogado llegó en la tarde hasta la Morgue del Callao para reclamar el cuerpo, a pedido Iparraguirre, aunque no supo precisar dónde se buscaba ser enterrado.
El ministro de Justicia, Aníbal Torres, comentó a Perú21 que correspondía al Ministerio Público definir el futuro de los restos de Guzmán. Agregó que, desde el Ejecutivo, se estaba sugiriendo que se considere la incineración y, de ser posible, que sus restos sean lanzados al mar.
“Porque colocarlo en una fosa común puede dar lugar para que sujetos seguidores le rindan culto”, acotó. “Es simplemente una recomendación, porque no hay un protocolo en ese sentido”, añadió.
Aunque el premier Guido Bellido dijo por la noche que esa (la incineración) “probablemente” sea “una decisión del presidente”. “Todavía no he conversado con él. Cualquiera sea la decisión del Ejecutivo, todo el país tenemos que estar de acuerdo”, añadió.
Al cierre de la edición, la necropsia había finalizado. Los documentos del procedimiento habrían sido entregados al abogado de Guzmán, que aún permanecía en la Morgue del Callao.
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Desde el penal de mujeres Virgen de Fátima, el INPE permitió que Elena Iparraguirre se dirija a sus huestes y culpó al Estado por la muerte de cabecilla senderista. Dijo que haría hasta lo imposible para que el cuerpo de Guzmán sea entregado a una “excompañera” que sí está en libertad.
Ante la muerte del cabecilla terrorista, la Policía Nacional se puso en “alerta absoluta”, a fin de prevenir posibles alteraciones al orden público. Y la Procuraduría Antiterrorismo presentó una denuncia de forma preventiva ante la Fiscalía “contra los que resulten responsables” por presunta apología del terrorismo.
Castillo en su laberinto
No dejó de llamar la atención ayer la falta de un pronunciamiento claro por parte de algunos miembros del Ejecutivo, como del premier Guido Bellido y del ministro de Trabajo, Iber Maraví, quienes estuvieron ayer en Arequipa y Ayacucho, respectivamente.
Incluso el presidente Pedro Castillo, que ayer partió temprano a Chota (Cajamarca), recién tuvo un primer comentario sobre las 12:30 p.m.
“Falleció el cabecilla terrorista Abimael Guzmán, responsable de la pérdida de incontables vidas de nuestros compatriotas. Nuestra posición de condena al terrorismo es firme e indeclinable”, dijo en Twitter.
Al respecto, el expremier Pedro Cateriano le enrostró a Castillo que su postura frente al terrorismo no es firme ni indeclinable. “Su irresponsable conducta y silencio frente a las graves denuncias contra dos de sus ministros manchados por sus acciones y elogios en favor del terrorismo, prueban mi afirmación”, indicó.
TENGA EN CUENTA:
Guzmán contaba con dos cadenas perpetuas. Tras su captura el 12 de setiembre de 1992, fue juzgado por una corte militar de jueces sin rostro.
En 2003, se ordenó que se le volviera a juzgar. En octubre de 2006, la justicia logró un histórico fallo: lo condenó a cadena perpetua por la masacre de Lucanamarca.
En setiembre de 2008, se impuso una segunda cadena perpetua por el caso Tarata.
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