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“Un siglo con el APRA”
“Soy de los que creen que el APRA debió definitivamente gobernar en 1962, pero los militares bloquearon su ascenso al poder (con el aplauso de Acción Popular, el antiaprista El Comercio y la belaundista Caretas)”.
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Un amigo me comentaba que ser aprista y/o aliancista son dos maneras de ser muy peruanas. Hoy el APRA cumple 100 años como movimiento antimperialista (no como partido. Eso recién en septiembre de 1930). Este espacio es ínfimo para hacer un balance, pero algunas ideas sueltas se pueden soltar. Indudablemente, fue el partido más importante del Perú en el siglo XX: el aprismo y el antiaprismo fueron los dos protagonistas políticos por muchas décadas (como hoy el fujimorismo y el antifujimorismo). Y si no hubo una izquierda fuerte en el Perú hasta la década de los 70 fue porque el APRA taponeó su crecimiento.
El APRA fue perseguida implacablemente por Sánchez Cerro, Benavides, Prado I y Odría (después increíblemente se aliaría con los dos últimos), pero que también se ganó mucho de ese hostigamiento represivo y ese antiaprismo ciudadano por su sectarismo fascistoide y el uso de la violencia como instrumento político, con varios asesinatos (el presidente Sánchez Cerro y los directores de periódicos Miró Quesada y Graña), atentados e insurrecciones sangrientas (marinería y Trujillo en 1932, el Callao en 1948), además de su absurdo obstruccionismo parlamentario a los gobiernos de Bustamante y el primer belaundismo.
Soy de los que creen que el APRA debió definitivamente gobernar en 1962, pero los militares bloquearon su ascenso al poder (con el aplauso de Acción Popular, el antiaprista El Comercio y la belaundista Caretas). También debió hacerlo en 1969, pero otra vez los uniformados se interpusieron (gran parte de la llamada “oligarquía” celebró a Velasco. ¡Luego este fue contra ellos!). Los apristas erraron al lanzar a Villanueva en lugar del más potable Townsend en 1980 y el primer gobierno aprista fue el peor de nuestra historia (junto a Velasco). El segundo gobierno aprista fue bueno, aunque pecó de tacaño y poco reformista. Tras caudillos de masas como Haya (lo conocí. Era extraordinario) y García, hoy el APRA busca al conductor que les resucite electoralmente. ¿Aparecerá?
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