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El juego de egos en la pareja
¿Es verdad que en toda relación amorosa hay alguien más dominante que otro y que consigue lo que quiere?
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El amor no siempre es equilibrado en términos de poder. En una relación de enamorados, convivientes, esposos, amigos con beneficios, 'salientes' o lo que sea, uno de los dos involucrados tiende a tomar las riendas de la situación. Siempre hay alguien que, por un lado, tiene la última palabra, consigue lo que quiere, persuade para salirse con la suya. Y por otro lado, está el que hace caso, el que no se quiere meter en problemas, el que calla.
¿QUIÉN MANDA A QUIÉN?La intensidad del dominio varía en cada pareja. Puede ir desde simples mohines hasta órdenes explícitas, desde la manipulación sutil hasta la marcación extrema.
"No me había dado cuenta de eso hasta que una amiga me lo hizo saber", confiesa Rafael. "El rumbo que tenía mi relación estaba marcado, principalmente, por los designios de mi enamorada. Todos nuestros planes y actividades como pareja estaban en función a su disponibilidad, sus ganas y sus sueños. Por mí estaba bien porque no sentía que me estuviera dominando, pero un día me pregunté si realmente era lo correcto para mí".
Rafael entendió, gracias a una conversación con una amiga, que durante dos años se había vuelto un anexo de su enamorada. "Mi amiga me dijo que mi enamorada era la que llevaba los pantalones en la relación. Me ofendí al principio, pero al repasar los hechos, tenía razón: ella era quien decidía qué película ver en el cine, a qué restaurante ir a comer, a qué destino viajar en Semana Santa", cuenta Rafael.
DOMINANTE Y DOMINADORafael comprendió que no podía seguir así. Habló con su enamorada y le explicó cómo se sentía. Ella, que no se había dado cuenta de la situación, le ofreció disculpas y le prometió que iba a mejorar ese aspecto. Poco a poco intentaron arreglar las cosas, pero descubrieron que era un asunto de personalidades: ella, en efecto, era dominante, pero sin llegar al punto de ser controladora; él, en cambio, era reflexivo, paciente, condescendiente. Era natural que no exista equilibrio.
"Terminamos. Nos dimos cuenta que no podíamos seguir así. Ambos nos sentíamos mal: ella porque no quería ser la mandona, yo porque no quería ser el sumiso. Era un juego de egos", explica Rafael. ¿Es correcto lo que hicieron? Por supuesto. Sentirse a gusto con el ser amado es uno de los pilares básicos –aunque no tan obvios, según parece– de cualquier relación. Otro pilar es la igualdad. Sentir que ambos pesan lo mismo en la relación. Cuando eso se quiebra, empiezan los problemas.
DATO
- La negociación es una saludable actividad para mantener el equilibrio de poder en una relación. Unas veces toca ceder, en otras no hay que dar el brazo a torcer. Siempre con argumentos, modales y cariño.
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