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Cipriani, su narcisismo y el padre Garatea
Cipriani le prohibió al padre Gastón Garatea –trabajador incansable por los niños y ligado a la Universidad Católica– ejercer su función pastoral.
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Carmen González,Opina.21c.gonzalez@ceprovi.org
El pretexto: Garatea dijo que "el celibato está bien para los curas que viven en congregaciones, no para los que viven en sus casas". Además, el sacerdote aprobó el contrato civil entre homosexuales. Fuera de la congregación, muchos curas tienen hijos, aunque estos no son reconocidos. La transformación de los impulsos –especialmente los sexuales– en algo sublime es de seres superiores, los que son muy escasos. En cuanto a las uniones homosexuales, pueden contradecir nuestros deseos pero son una realidad y deben ser normadas. Creo que Cipriani se siente golpeado en su narcisismo al no tener dominio sobre lo que piensa y siente el sancionado. Lo elimina simbólicamente, quitándole sus funciones. Al final, lo engrandece. Garatea no vale por ser cura sino por su humanidad. Mientras tanto, descuida el control sobre sus curas que, en muchos casos, son pedófilos. Hace un año se descubrió a uno, en la Iglesia de San Francisco. El cura Montero acaba de ser capturado en Chilca. Y hace una semana, un capellán de Chosica fue arrestado por haber violado a un menor. Esto ocurre en Lima. Cipriani debe pedir perdón por estos actos, en lugar de estar creando conflictos.
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