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Conversación y moral
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Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://espaciodecrianza.educared.pe
José y Juan están tomando unos tragos, quizá uno de más, y, contrariamente a la ley y al sentido común, cada uno se sienta al frente del timón de su vehículo para retornar a casa. No es que estén ebrios, pero ninguno de ellos debería manejar. Sus reflejos y su capacidad de anticipación están disminuidos y, al mismo tiempo, ambos sobrestiman sus habilidades.
Caminos distintos y, también, destinos distintos. Ambos tienen un accidente. José se estrella contra un árbol y su carro queda destrozado. Juan pierde el control y atropella a una niña de 10 años, que muere. Los dos salen ilesos.
Aunque la irresponsabilidad es la misma y la situación relativa a conducir con alcohol en la sangre es idéntica, ¿por qué nuestra mente, y la ley, producen juicios, literalmente, distintos?
Se trata de dilemas morales, cuya discusión, también entre los niños y adolescentes, promueve reflexiones, confrontaciones, indignaciones, posiciones, crecimiento intelectual y socioemocional, debería ser acogida en casas, escuelas y universidades.
Probablemente, en una hora de hablar y escuchar, y a pesar de que la temperatura sería alta, la pasión, intensa y el verbo, salpicado con algunos ajos y cebollas, conseguiríamos más y mejor que muchas clases de educación cívica o campañas estridentes sobre tomar licor y conducir automóvil.
Ahora que nos acordamos de la memoria, nos sorprendemos de la amnesia de los más jóvenes y nos disponemos a enarbolar textos y contar historias, deberíamos tener presente que ni textos ni historias relatadas como un comercial o una clase, en un sentido o el otro, importan si no existe una cultura de conversación y discusión.
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