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La fantasía huancavelicana
El crecimiento económico es para políticos, empresarios, periodistas y economistas como la heroína para el drogadicto. No pueden mover una idea si no hacen referencia a dicho crecimiento.
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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com
El mismo es, per se, bueno aunque sus consecuencias sean nefastas, como ocurrió con la burbuja inmobiliaria que estalló sumergiendo al mundo rico en una crisis de nunca acabar. Pero, también, los efectos son mezquinos si nos atenemos a los sueldos que continúan ganando la mayoría de los peruanos y la desocupación disfrazada que sigue existiendo luego de 10 años del tan promocionado crecimiento económico. Sería insensato oponerse a dicho crecimiento, tan insensato como es el darlo por bueno sin considerar los riesgos que representa en determinados campos. Pero, siendo práctico, y un poco irreverente, propondré una idea que de tan sensata parece loca. Si la inversión es tan importante, por qué entonces el Gobierno no invierte 4,000 millones de las inmensas reservas –que en total llegan a los 62,000 millones de dólares– que Perú tiene en convertir, por ejemplo, a Huancavelica en un polo de desarrollo. Si, debidamente planificada, se encaminase dicha inversión en los campos de la educación, la salud, la alimentación, el trabajo y la infraestructura, en 20 o 30 años tendríamos allí una población altamente calificada, indispensable para el tipo de desarrollo dominante, y habríamos plantado las bases de un crecimiento sostenible y sostenido. El presidente que se atreviese a desafiar la lógica mezquina que impone el Consenso de Washington y la infinita estupidez con la que nos orienta el FMI pasaría a la historia como uno de los mayores héroes contemporáneos.
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