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Gabrielito se nos casa
Hace algo más de 34 años me encontré por primera vez con la paternidad: nació Gabrielito. Infatigable, curioso, con un sentido del humor poco común, práctico a la vez que soñador, enormemente ágil de cuerpo y mente, parco al mismo tiempo que fluido interpersonalmente, ha ido recorriendo la vida a su manera.
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Fecha Actualización
Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://espaciodecrianza.educared.pe
Y yo lo he seguido, como hice durante años desde la tribuna de Hebraica cuando hacía con la pelota lo que quería, como un hincha incondicional. Como un fan, un admirador que en las buenas y las malas, está seguro de que las cosas van a salir bien. Alguna vez, no frecuentemente, he sido coach, pero nunca tan bueno como lo fue Lucho Rubiños.
Es difícil no querer a Gabriel, aunque lo es también saber cuando él quiere, siendo una persona que reparte de manera absolutamente democrática su carisma, bonhomía, disposición a ayudar y dar de sí a alumnos, pupilos, amigos, colegas y a su comunidad.
Y, en pocos días, Gabrielito, como dicen todos, no solamente sus familiares, se nos casa. A sus padres, con quienes hace buen tiempo, como debe ser, ya no vive, nos da curiosidad el nuevo partido que se dispone a jugar. En mi caso, me alisto nuevamente a ocupar mi lugar en la tribuna cercana, a asumir mi papel de hincha y, eventualmente, crítico, dispuesto a ser coach ocasional, a celebrar éxitos y lamentar dificultades, a seguir embobado y divertido, a veces extrañado, sus desempeños y los de su nuevo equipo. Pero siempre convencido de que tenerlo de hijo es algo que ha llenado mi vida de significados, aprendizajes y valores insustituibles.
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