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Guerra de cerebros
El cuerpo hace lo que el cerebro le ordena. Andrés Iniesta sabe qué hacer. Andrea Pirlo sabe qué hacer. Los dos mueven los hilos de España e Italia, y los dos serán protagonistas del capítulo final de la Eurocopa. ¿Quién da más?
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ANDRÉS INIESTAEs menudo, pequeño (1.70 m). Casi parece un oficinista. De esos que no escogerías para jugar una pichanga. Pero, cuidado, Andrés juega al futbol desde los 8 años, cuando ingresó al Albacete. Cuatro años más tarde cruzó las puertas de La Masía del Barcelona. Corría el año 1996. El genio de Fuentealbilla tuvo que esperar seis temporadas más para debutar con el primer equipo en 2002.
Desde el primer momento, Andrés fue diferente. Exquisito con la pelota, capaz de organizar el juego con pases de fantasía. Como Michael Laudrup, el danés del 'Dream Team' a quien admiraba a morir. Iniesta tardó en hacerse un hueco, pero explotó ni bien Ronaldinho dejó el Barcelona. Tomó su puesto y no lo soltó más. Fue crack en la Euro 2008 y el héroe goleador de la final de Sudáfrica 2010. Todos hablan de él, aunque Andrés no tiene autos lujosos ni tatuajes, solo una calle con su nombre y un talento que ya pasó a la historia a despecho de su perfil bajo.
ANDREA PIRLO Son 33 años los que lleva a cuestas Andrea Pirlo. ¿Veterano? Para nada, Andrea parece una botella de vino añejo que despierta reverencias con su aroma. Es tan completo que puede quitar una pelota, conservarla todo el tiempo que quiera, habilitar magistralmente o convertir un tiro libre en gol.
Pirlo pisó la cancha del Brescia a los 16 años y debutó en el 'calcio' en 1995. Su talento sobresalía a raudales, a pesar de que arrancó como volante en primera línea. Por ello, el Inter de Milan lo fichó en 1998, aunque nunca le dio la chance de ser titular.
En 2001, el AC Milan pagó 18 millones de euros a su vecino y se llevó a Andrea. Sabia elección. Porque Pirlo se quedó diez temporadas dictando cátedra y pasó a convertirse en el mejor organizador del fútbol italiano. Lo quiso el Chelsea –ofreció a Claudio Pizarro mas unos millones–, pero el crack siempre amó a Italia. Desde el 2002, con la 'Azurri' sobre el pecho, fue el guía adelantado y la pieza más brillante del equipo que se coronó campeón mundial en Alemania 2006. Mañana irá por más gloria.
Los dos son grandes jugadores. Son el cerebro que el cuerpo futbolístico de sus selecciones necesita. Cosa extraña, ninguno lleva la '10', quizás porque nunca quisieron ser mediáticos.
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