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“Yo soy el malo del programa y la dulce es Maricarmen”

Es el riguroso juez de Yo soy, el reality de canto. Sin embargo, Ricardo Morán es un hombre de teatro que ha sabido pasar con éxito a la TV. Conózcalo más.

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Fecha Actualización
Ricardo Morán,Productor de TVAutor: Gonzalo Pajaresgpajares@peru21.com

Es un obsesivo. No en vano, además de ser el más severo juez de Yo soy (de L a V, 7 p.m., en Frecuencia Latina), Ricardo Morán es el productor. Ha hecho teatro, televisión y quiere hacer cine. Mientras tanto, se divierte con las imitaciones que hacen de él y reconoce en Gisela Valcárcel, con quien trabaja, al más influyente personaje de nuestra televisión.

Tus vocaciones son múltiples. ¿Cómo llegaste al teatro?Estaba confundido. En un momento quise ser actor. Me metí al taller de Roberto Ángeles. Ese año me enganche, más que con la actuación, con la producción teatral: me hice asistente de producción, diseñador de luces y hasta productor. Recuerdo que Roberto Ángeles me lo dijo muy claro: "Has terminado el taller –que duraba año y medio– no porque vayas a ser actor sino porque puedes ser director y productor". Salí furioso, pero me di cuenta de que la misión del director es ver las cosas desde fuera, como las ve el público, pero con mayor perspectiva… aunque no necesariamente sea más artista que quien está sobre el escenario. Lo curioso es que me hice productor de Roberto e hicimos Equus, Hamlet. Allí decidí dejar la universidad… por segunda vez.

¿Te acostumbraste al dinero?Eso pasó la tercera vez (risas). Aquella vez fue por soberbia. Tenía 21 años y sentía que podía hacerlo todo. Dios mío, ¡era un chibolo sobrado! (ríe).

¿Ya regulaste tu ego?Esteee… (risas). Hoy tiene matices, lo he canalizado. Luego quise ser fotógrafo, ingresé al Centro de la Imagen, hice fotografía profesional, me independicé y puse una empresa de computadoras. Entonces, decidí regresar a la universidad. Dejé la fotografía y, en ese lapso, dirigí Tus amigos nunca te harían daño, una obrita escrita por Santiago Roncagliolo. La hicimos con 300 dólares… de Santiago (ríe). Tengo recuerdos nítidos y muy nostálgicos de aquellos días. Tuvimos mucho público, no ganamos dinero, pero nos divertimos. ¿Era buena? La memoria es generosa: recuerdo que la gente nos aplaudía mucho (risas).

¿Eres muy riguroso, muy exigente?Sí. Conmigo mismo y con los demás. Por eso no veo las obras que he dirigido, para no sentirlas defectuosas, incompletas.

*¿Recuerdas tus días en Mad Science, el programa infantil? *Claro. Por ese programa dejé definitivamente la universidad, ya nunca más volví… salvo para dictar alguna charla. Aunque cuando cuento mi complicada vida académica los alumnos me aplauden, pero los profesores se molestan (risas).

Antes de entrar en la TV, ¿creías que ella era un desastre?No. En un momento, nuestra televisión se quedó en las seis o siete fórmulas que nos venían desde los años 70, pero el Perú y su gente cambiaron. Por eso, la gente migró hacia el cable y la computadora. Entonces, nos dimos cuenta que había que darle a la gente contenidos similares a los del cable –en look, en ideas– pero con elementos nuestros, de peruanidad. El quiebre se produjo con Bailando por un sueño que, además, sirvió para darnos cuenta de nuestras capacidades, que podíamos hacer TV, en términos técnicos y de producción, como se hace afuera. Esta fórmula la continuamos con El último pasajero, programa que tuvo la virtud de traer hacia la televisión a jóvenes que estaban en el cable o en la computadora. Hoy vemos un fenómeno que resulta inaudito: hemos recuperado televidentes, el encendido de hoy no se veía hace años. ¿Y por qué? Porque la oferta ha mejorado.

Pero los snobs dirían que son programas de puro entretenimiento…Y eso está muy bien, el entretenimiento es importantísimo. Por ejemplo, Yo soy está contribuyendo a que el público entienda que todo cuesta, que el trabajo del artista no es el de un bohemio que pasa el día sin hacer nada y solo se dedica a beber y cantar. Por eso, siento que ya hice mi tarea, pues mi mamá me dice ahora: "Ay, hijo, qué difícil es la vida del artista (risas)". Qué bueno que la gente se esté enterando que la vida del artista es dura.

¿Qué tal tu experiencia de trabajo con Gisela?Un éxito, es una maestra. Cuando trabajamos, todos buscamos autonomía, dominio y propósito. Gisela nos da las tres cosas. Autonomía: ha confiado en nosotros. Dominio: capacidad de mejorarnos a nosotros mismos. Yo soy es más complejo y mejor que los programas que hicimos antes. Propósito: la sensación de saber que hacemos algo más que un simple programa de TV. Impactamos en nuestros participantes, a quienes, literalmente, les cambiamos la vida.

¿Escogiste a Maricarmen Marín y Fernando Armas?Sí. Son simpáticos y competentes, aunque los tres hayamos sido muy criticados. Chicos, tranquilos, hacemos un programa de TV, buscamos entretener y, por ello, debemos ser diferentes. Yo me fijo en la puesta en escena, y soy el malo; Fernando, en la imitación, y es el gracioso; Maricarmen, en la voz, y es la dulce. Créeme, hemos logrado el equilibrio.

AUTOFICHA

- Tengo 38 años. Crecí en Surco. Era tranquilo. Jugaba matagente. Viví la etapa de 'encierro' a causa de Sendero Luminoso. Allí me enganché con la computadora.

- Siempre me interesaron la lectura y la tecnología. Quería ser ingeniero de Sistemas. El teatro y el cine llegaron a mi vida después del colegio.

- Por el cine dejé la computadora. Hacer una película es una tarea pendiente. Estudié un año en Noruega. Allí me hice independiente y afiancé mi amor por el cine.